—De
acuerdo. Pero deberías de establecer unas prioridades. Es decir, tener claro lo
que quieres.
—Lo
que quiero es viajar en el tiempo.
—Sí.
Admito que tu entusiasmo es mayúsculo pero piensa un momento. —El profesor
cerró los ojos—. ¿Quieres ver a Julio César en la antigua Roma o quieres ver el
mundo dentro de mil años?
Manolo
con la boca abierta lo observaba absorto en su fascinación. No sabía si darle
un golpe y devolverlo a la realidad o dejarlo allí donde estuviera hasta que el
encanto desapareciera. No hizo falta el golpe, tras unos segundos de silencio
volvió en sí.
—¿Y?
—preguntó.
—Pues
la verdad es que las dos ofertas son seductoras pero me quedaría con la del
pasado.
—Craso
error Manolo. La mayoría, por no decir la totalidad, de los expertos opinan que
el viaje al pasado es imposible. Una vez que construyes una máquina solo puedes
viajar al futuro ya que ésta solo te permite volver al momento en que saliste.
Por decirlo de alguna manera la máquina hace de punto de partida y únicamente puedes
avanzar al frente.
—¿Entonces
todas las supuestas evidencias de viajes al pasado son falsas?
—¿Supuestas
evidencias de viajes al pasado? —preguntó estupefacto.
—Hombre,
¿nunca ha oído hablar de John Titor? En los comienzos de internet decía que venía
del año 2036, que Estados Unidos se había dividido en cinco regiones menores,
que el medio ambiente y las infraestructuras habían sido devastadas por ataques
nucleares y las demás potencias mundiales habían sido destruidas. De momento no
se ha cumplido ninguna predicción, pero quien sabe.
—Eso
en mi tierra se llama loco.
—¿Y la
película de Charles Chaplin que se ve a alguien hablando por una especie de
teléfono móvil?
—Llamémoslo
audífono de la época.
—¡Claro!
¿A ver qué se le ocurre con éste? Es el incidente Moberly-Jourdain, en 1901 las
dos historiadoras se mudan a Versalles y deciden dar una vuelta por la zona con
la mala suerte de perderse. De repente se encontraron rodeadas de personas con
ropajes antiguos, gente tirada en la calle con viruela y dice que se cruzaron con
una mujer muy parecida a María Antonieta. Todo muy desagradable pero poco
natural, veían las cosas sin efectos de luz, ni sombras ni viento. Al contarlo
todos se rieron de ellas diciendo que era mentira, pero ahí queda eso. Tampoco se
lo cree ¿verdad?
—Yo
diría que la ingesta de setas alucinógenas produce visiones. Blanco y en
botella.
—¡Es
increíble! También me dirá que lo que pasó en China es el ansía de notoriedad
de un arqueólogo.
—A ver
Manolo, es que en China han pasado muchas cosas.
—En el
año 2008 se encontró una tumba nunca abierta con un ataúd de 400 años y dentro
había un reloj de unos 100 años con las 10:06 y la palabra suizo detrás.
—Ves
eso sí me resulta interesante. De todo lo que has dicho es lo único que podría
demostrar lo anteriormente dicho por mí. —Un ronquido interrumpió la
explicación del profesor. Rubén que se había sentado en un pupitre cercano
dormía como un lirón—. ¿Todo bien por ahí Rubén? —le gritó.
—Sí
don Aurelio –dijo sobresaltado—. Todo bien, gracias por preguntar.
—Bueno
después de este breve inciso continúo. —Acercó una silla al escritorio y se
sentó al lado de Manolo—. Como bien sabrás hay gente que piensa que los
extraterrestres llegaron a la Tierra en la época de los faraones. Supongamos
que es cierto y partiendo de esa base imaginemos que pusieron una especie de
baliza en ese punto del tiempo. Y tu pregunta será por qué. Pues porque ven que
ese mundo al que han llegado en ese momento del tiempo es lo bastante atrasado
como para no suponer un problema si hiciera falta conquistarlo. Piensa, eres el
enviado de otro mundo en los confines de la galaxia y ves este pequeño planeta
azul tan atrasado. Es una mina. El problema lo tienes al volver a tu planeta.
Has viajado por la galaxia a años de luz de tu planeta durante eones. Mientras
para el viajero ha sido un año o dos para el resto de su especie no. Y te
encuentras un planeta vacío, eres el último superviviente de tu raza. Jodido,
lo único que te queda es volver a la baliza que pusiste en la tierra y
disfrutar lo que te quede de vida. Por eso creo que todas esas evidencias de
viajes al pasado no son más que un extraterrestre riéndose de nosotros.
Poniendo un reloj en una tumba. Dando un audífono que en realidad es un
teléfono móvil. Y haciendo que dos mujeres vieran lo que él quería que vieran.
Lo de John Titor no tiene otra explicación que un loco. Ves como con una
hipótesis todo se ve mejor.
—Don Aurelio
perdóneme pero su hipótesis es rara de cojones.
—Ya,
pero no por eso dejar de ser cierta. Después de esto llega la pregunta del
millón ¿Tienes un dispositivo que te haga de baliza o vas dando palos de ciego?
—Claro
que…
—No,
no tenemos dispositivo —interrumpió Manolo a Rubén—. Pero palos a ciegas dimos
ayer unos cuantos cuando se nos fue la luz. Creo que buscaremos un generador
más potente. Después de esta maravillosa clase de viajes temporales necesito
que me ayude con las fórmulas. Creo que he podido plantear algunas mal y se nos
está echando el tiempo encima.
Manolo
sacó de su mochila un cuaderno y se lo enseñó a don Aurelio. Rubén los miraba
extrañado ¿Por qué no decirle al profesor lo que había encontrado en aquella
fábrica?
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