Bio:
Soy
cuentacuentos, guionista y escritor. Un cuentista, vamos. “Supermala”, mi nuevo
tebeo, es ya el libro número treinta que me publican. Así que supongo que ahora
es un buen momento para mirar hacia atrás y hacia adelante.
Tengo un blog muy resultón donde está toda la
información:
Eres
absorbido por un cómic antropófago y, al asimilarte a su mundo, te transformas
en un superhéroe, Super Compensado, porque todos tus superpoderes irán con
taras anejas, como por ejemplo tener super vista… de cerca pero acompañada por
miopía, o moverte a una increíble velocidad… para ser cojo, o volar… con
cuidado y bajito porque no sabes aterrizar y siempre te pegas el costalazo. En
fin, elige cómo será Super Compensado según esas premisas, que en eso tú tienes experiencia…
Pues esto me recuerda a mi primer cómic, “Veo
por ti”, dibujado maravillosamente por Chema Cebolla. El protagonista, Paco
Mendo, es ciego, invidente, pero puede ver, extrañamente, cuando hace el amor.
Este hecho insólito propiciará todo tipo de situaciones delirantes, divertidas
y tremendamente románticas. ¡Un tebeo buenísimo!
Y ahora después de este paréntesis
promocional (soy un esclavo de la promoción, lo siento), te respondo, venga.
Pues me imagino un superhéroe que se mueve rapidísimo, a una velocidad
portentosa, pero que es torpe de narices, así que siempre se está golpeando con
todo el mundo y con todas las esquinas. Algo como “Flash”, pero en zote. Más
bien sería “Plash”, ya que siempre está tropezando.
Estás
en la piel de Publio Cornelio Escipión, cariñosamente apodado en los burdeles
de Roma como “el Africano”. Frente a ti, el gran ejército de Aníbal. Éste es
uno de los nudos gordianos de nuestra historia, y la decisión tuya: ¿Atacas y
que sean los dioses los que dicten vuestro destino y el de Roma? ¿Le pides otra
semanita de tregua porque esto de la guerra es muy cansino y total, tampoco
corre tanta prisa? ¿Aprovechas que ya tenéis a toda la peña junta para montar
un fiestón con vinos, trompetas, bailarinas, elefantes, griegos juguetones y
todas las movidas molonas de aquella época? Elige y explica…
Pues la fiesta, claro, me lo pones fácil. Haz
el amor y no la guerra. Y más si te apodan “el Africano”, hay que lucirlo. Una
orgía siempre queda la mar de bien, y con trompetas, elefantes, bailarinas y
griegos, miel sobre hojuelas.
Te confesaré algo: siempre he acariciado la
idea de acabar alguna novela con todos los protagonistas montando una gran
orgía. No sé por qué, ciertamente, pero me parece un brillante colofón. Y el
recurso se puede utilizar también muy acertadamente en las serie de televisión.
Con “Friends” o con “Big Bang Theory”, por ejemplo, quedaría genial. Y con “Los
Serrano”, desde luego, este final
hubiera quedado mucho mejor.
Dios
nunca ha sido mucho de escribir, él es más de diluvios y zarzas que
arden, de
responder con relámpagos y dar voces. Incluso la Biblia, su obra más
famosa, se
dice que la escribieron otros. Por eso, ahora que se acuerda de su hijo
caído
Satán y que son las fechas que son, te pide ayuda para escribirle una
postal
navideña, algo para que se acuerde de él y limar asperezas. También te
dice que
si te lo curras bien y le gusta tu nota, te tiene reservado un adosado
en el Cielo de agárrate y no te menees. En fin, tú mismo…
Querido Satán:
Ahora que llega el frío, en estas fechas tan
señaladas, no puedo evitar pensar en ti, que estás ahí abajo con ese eterno
calorcito del Infierno. Igual fui muy duro contigo, no sé. Le he dado muchas
vueltas, no te creas. Cuando eres Dios, le das vueltas a todo. Bueno, a lo que
vamos. Me gustaría que subieras, que nos viéramos para ponernos al día. Tenemos
tanto de qué hablar… Eres malo, pero sé que tienes un gran corazón. Escúchalo y
sube a verme.
Querido Dios:
No soy malo, de verdad, pero cuando te llamas
Satán, pues bueno, qué quieres que te diga, algo del nombre siempre te tira
para hacer travesuras y bromas a todas horas. Pero solamente eran eso, Dios
Padre, bromitas sin importancia. De verdad. Me arrepiento, me arrepiento muchísimo.
Tengo un pronto un poco tonto, vale, pero soy buena gente. Nada me gustaría más
que volver a tu lado. Gracias por tus palabras de Dios. Nos vemos en nada.
Yo
no he visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser,
aunque seguro que está tela de chulo, pero sí que me acuerdo de una lejana
época en la que a los comics les llamábamos tebeos y los héroes eran Mortadelo
y Filemón, Zipi y Zape, Carpanta, Pepe Gotera y Otilio… ¿Te acuerdas? Pues
dinos cuál era tu favorito de por entonces y por qué.
Bueno, yo los sigo llamando tebeos, que ya
tengo una edad y hay cosas que cuesta cambiar.
El primer tebeo que recuerdo es “El guerrero
del antifaz”, que mi padre nos compraba a mi hermano mayor y a mí. Qué tiempos.
Y mi personaje favorito, ya unos años después, yo diría que fue “El
mercenario”, de Vicente Segrelles, con esas viñetas al óleo que me fascinaban
sobremanera. Tengo la colección entera, por supuesto.
Se
dice que todo el mundo tiene su lado animal: algunos son astutos zorros que se
la pegan a todo el mundo; otros son fieles perros, muy cariñosos con los suyos
y algo guarretes por aquello de olerse por detrás; otros son sutiles felinos,
estilizados y muy suyos; otros son claros porcinos, porque la gente les comería
hasta los andares… En fin, háblanos de tu lado animal…
Pues creo que me encaja lo de ser algo perro,
sí. Soy muy fiel, tremendamente fiel, y cariñoso hasta el hartazgo. Y algo
guarro, venga, así que soy un cacho perro, está visto. No hay ninguna duda.
Curiosamente, me gustan mucho los gatos. Pero
para ser gato, hay que ser gato.
Roberto,
noticia chunga, estás muerto. Ya, ya sé que soy un poco brusco, que debería
haber empezado por aquello de “Roberto se subió a un árbol…”, pero queda muy
largo. El caso es que, como ya imaginarías cuando te aprendiste el apellido,
vas al Infierno. Una vez allí decides apuntarte a una actividad lúdica conocida
como “Gran Hermano Escritor”, donde te juntarán con otros nueve escritores
fallecidos para que os tiréis los trastos entre vosotros. Elige a tus nueve
compañeros y di con quién harías camarilla y a quién fastidiarías.
Pues en el infierno haría camarilla con David
Jasso, gran amigo escritor, que desde luego le pega ir al Infierno de cabeza con
las historias que escribe.
Haría camarilla también con José María
Tamparillas, por aquello de la rima fácil y porque en el Infierno (si hay bar) creo
que mi amigo estaría muy a gusto.
Haría camarilla asimismo con Daniel Tejero, gran
amigo que con semejante apellido tiene el Infierno como destino seguro.
Y haría camarilla con Jesús Mesa, que tiene
buen apellido pero es buen amigo y no nos dejaría solos.
Y haría camarilla con Javier Mateos, gran
amigo que al ser pelirrojo tiene el Infierno asegurado.
Y haría camarilla con Joe Álamo, gran amigo
que al ser inglés no le queda otra que ir al Infierno, eso está claro.
Y como he escrito libros (maravillosos, por
cierto) con todos ellos, nos llevaríamos todos estupendamente y no
fastidiaríamos a nadie, y no escojo más escritores, ya vale, que si no esta
entrevista va a ser eterna como el Infierno.
La
gente es muy injusta, Roberto. La gente no suele apreciar el esforzado trabajo
de esos dramatis personae que dan vida a las historias de las que tanto
disfrutamos, y menos el de los personajes secundarios. Sólo se habla de
novelas, de autores, de protagonistas… pero ¿y los secundarios? Ayuda a la
Asociación de Secundarios Sin Fronteras y háblanos de tres personajes
secundarios que te hayan marcado (no el autor o la novela, sino el secundario
en sí).
Tres grandes secundarios, a bote pronto:
Nan-Tay, en “El mercenario”, ya que antes lo
mencionaba. Me enamoré de ella en cuanto apareció en “La fórmula”.
Blood, el perro de “Un muchacho y su perro”,
de Harlan Ellison, ya que antes hablábamos de perros.
Y Pailay, en “Día de perros”, ya que antes
nombraba al gran David Jasso (y al pensar en perros me ha venido a la mente
esta gran novela y este gran personaje, que como buen secundario sale en otras
obras de Jasso).
Te
veo… como Sauron con su gran ojo (el día que pida presupuesto para la lentilla
lo va a flipar), y te he visto tocando muchos palos, muchos formatos y tonos,
pero ahora quiero que te mojes como un feligrés baptista. Elige un formato y
sólo uno: novela, relato, cuento teatralizado, comic; y elige un género y sólo
uno: fantasía, ciencia ficción, terror, humor. Explica tus elecciones.
Afortunadamente, puedo tocar todos los palos,
y así lo seguiré haciendo. Pero si tuviera que escoger solamente uno me pediría
cómic (pero haría luego cuentacuentos teatralizado con él, que los
cuentacuentos molan). Y el género que sea, pero con humor, siempre con humor.
Me encanta la fantasía, la ciencia ficción y el terror, y se pueden mezclar
divinamente. Pero para mí el humor es el ingrediente fundamental. Las grandes
obras ganan con humor, aunque la crítica nunca lo valore en su justa medida.
¿Te
acuerdas de los Casio, esos relojes con un chino dentro de los que todos hemos
tenido alguno (el de la calculadora era un flipe)? Pues resulta que el chino
interno del Casio5000 que te has comprado es un manitas y ha transformado el
reloj en una máquina del tiempo que te traslada al medievo… Vaya marrón, ¿no?
Encima, con tus dotes de urbanita del siglo XXI lo único que te queda para
ganarte la vida allí es tu faceta de cuentacuentos. Menos mal que el señor de
las tierras en las que estás necesita juglar nuevo (el anterior hizo una
representación mala y/o inadecuada y lo usaron para otro entretenimiento, esta
vez mortal). En fin, teniendo en cuenta los antecedentes, yo que tú elegiría
con cuidado qué representar y cómo…
Bueno, me lo pones fácil. Podría contar
muchos de mis cuentos ambientados en la Edad Media. Está feo que lo diga yo,
pero son buenísimos y enganchan al más pintado. “La madre del héroe”, por
ejemplo. Siempre triunfa.
Cómo
avanza la ciencia, Roberto, yo me acuerdo de la época en la que podías decir
que no había un teléfono cerca para eludir una cita, pero ahora con los
móviles… En fin, el caso es que acaban de clonar a un neandertal, y para irlo
introduciendo en nuestra época y nuestra forma de vida han decidido que se vaya
preparando con algunas obras literarias antes de que se pegue el susto al ver
la realidad. Convence al equipo de educadores de Grom (el neandertal) para que
Super Mala forme parte de esa batería literaria de aprendizaje. Tienes cien palabras.
Pues “Supermala” le vendrá de perlas para
ponerse al día, desde luego. Es un tebeo costumbrista (aunque tenga elementos
fantásticos) que refleja muy bien la sociedad actual, con sus grandes problemas
(violencia de género, abuso infantil), sus trabajos, sus relaciones de pareja…
Un buen muestrario para entender el mundo actual, y muy ameno y divertido
además. Y muy emotivo; alguna lagrimilla se echará, por muy neandertal que sea,
que a todos nos emociona el milagro de la vida.
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