domingo, 30 de octubre de 2011

Era un día como otro cualquiera

Era un día como otro cualquiera, tras bostezar y estirarme, decidí salir a recorrer las calles. Era un veinte de octubre y la gente corría apurada, las madres volvían de dejar a sus niños y las carreteras mostraban un tráfico constante y peligroso. Nadie me hacía mucho caso, de modo que me marché a un parque cercano a dar un paseo, allí me encontré a un amigo y compartimos un escaso desayuno aliñado con mucha conversación, hubiéramos seguido mucho más rato hablando, si no fuera porque uno de los matones del barrio tuvo la misma idea y se acercó al parque, los dos salimos corriendo y no volví a ver a mi amigo.

Vagabundee durante todo el día, visité mis sitios favoritos e incluso estuve flirteando con una vecinita nueva, una morenita preciosa con unos andares tan ágiles que da gloria verla. A las seis de la tarde, me acercaba de nuevo a casa cuando me encontré la cena esperando. Miré a izquierda y derecha nervioso puesto que no acostumbro a tener tanta suerte, nadie me miraba ni parecía reclamar mi descubrimiento. Temblando de emoción y puede que también un poco de hambre me lancé a comer con ansia, tras unos minutos empecé a sentirme mal y pensé que todo se debía a comer tan deprisa. Paré unos minutos confiando en que con un poco de descanso todo se solucionaría, pero no sentí ninguna mejoría; al contrario, sentía retortijones en el estómago y cualquier intento por mover mis miembros me producía un dolor terrible.

Grité, grite una y otra vez, pero la gente pasaba cerca sin siquiera mirarme. Empecé a chillar y pedir ayuda pero todos parecían ignorarme, los pocos que me oían daban un rodeo para no pasar cerca de mí. El estomago me dolía como si me estuvieran clavando hierros al rojos y tuve que hacer un terrible esfuerzo para volver a caminar, los ojos se me cerraban e incluso con ellos abiertos era incapaz de ver nada, sentía el corazón latiendo cada vez más deprisa, todo me daba vueltas y mis oídos se hicieron de pronto tan agudos que me ví inundado por los sonidos del barrio hasta que repentinamente dejé de sentir y caí muerto sobre la acera...

Explicación del relato: El jueves 20 pasé por una calle y oí a un gato, parecía muy furioso y debía estar muy cerca pero no lo vi, seguramente estaba bajo algún coche. Creí que estaba peleando con otro y no le dí mas importancia, un par de horas después pasé por el mismo sitio con una amiga (que es la que vive en ese barrio) y nos encontramos a un gato muerto en la acera mientras otro comía en un montoncito de comida que había en el suelo cerca del muerto, el gato que estaba comiendo, aunque tenía mal aspecto seguía vivo y se movía muy despacio. Ambos llegamos a la conclusión de que alguno de sus vecinos había envenenado a los felinos, evidentemente el mundo sigue lleno de cabrones.

jueves, 27 de octubre de 2011

Concierto


El piano es iluminado por los focos, de un negro elegante atrapa todas las miradas del teatro, hasta que el crujir de tus pasos sobre el escenario, devuelve el interés al protagonista, Tú.


Lentamente, con un suspiro ensayado tomas asiento y antes de tocar miras hacia el publico, pero no me ves, tus oscuros ojos a juego con el piano no me encuentran en el palco donde, impaciente espero...

Recuerdo cuanto luchaste por ser pianista, cuantas discusiones por dejar el negocio familiar
y ahora, cuando dejaste todo atrás por cumplir tu sueño.
Ahora todavía no te das cuenta, de que cuando nos casamos no solo tome tu apellido, también entre en la familia...
Con el rifle apuntando al corazón que amo, solo me queda decir:
-No se termina con la familia Corleone, la familia Corleone termina contigo, ciao amore.

martes, 25 de octubre de 2011

Delicatessen para zombis

Ale miraba con ojos críticos al resto de sus compañeros, se estaban cayendo a trozos y seguramente él mismo también. Nadie dijo que ser un zombi era fácil, pero hoy se sentía particularmente triste, ya hacía siete meses que no conseguía saborear un cadáver y su estomago rugía con rabia. Paso a paso seguían avanzando mientras formaban una larga hilera, los humanos creían que eran incapaces de pensar, que sólo se regían por impulsos animales, pero estaban equivocados, como si fueran una manada de lobos avanzaban cubriendo mucho terreno y registrando todo en busca de presas vivas.

A su derecha, uno de sus compañeros alzó la cabeza y olfateó el aire como si fuera un sabueso, cuantos le rodeaban empezaron a imitarle y por su excitación todos comprendieron que había “carne fresca” en las cercanías. Sabiendo hacia dónde dirigirse, los extremos de la línea convergieron para crear una trampa mortal. Los rugidos de rabia que escuchó minutos después, le indicaron hacia dónde mirar, un tipo bastante gordito y calvete corría entre los coches abandonados como si le fuera la vida en ello, la verdad es que vida le quedaba bastante poca, puesto que corría sin darse cuenta de que estaba encerrado y fuera en la dirección fuera le estaría esperando la muerte.

Apenas un minuto después, se oyó un grito desgarrador, cuando llegaron hasta lo que quedaba de la presa, éste no era más que un montón de tripas a medio comer en el centro de un informe charco de sangre. Eran demasiados a comer y lo habían desmembrado a tirones, sus brazos o piernas estaban siendo devorados y el cuerpo ofrecía una imagen lamentable con los intestinos a medio arrancar como si fueran un plato de spaguetti. Alejandro dejó que sus compañeros se sirvieran, era gracioso que ninguno tuviera los mismos gustos que él y por eso tuvo paciencia.

El gordito había revivido, pero tan sólo para comprobar que no tenía brazos ni piernas así que no podía defenderse, gruñía y gritaba con fuerza pero nadie parecía dispuesto a renunciar a “su” trozo de carne. Cuando todos terminaron, se acercó Ale y lo puso mirando hacia el suelo, sin prestar atención a los gritos de su víctima introdujo sus dedos por el ano y de un seco tirón le arrancó las almorranas... Grandes, jugosas, repletas de sangre, no podía entender por qué a los demás les desagradaban pero para él eran una “delicatessen”.

Podeis leer más relatos sobre zombis en la antología "Para mí tu carne" que edita 23 Escalones.

domingo, 23 de octubre de 2011

VECINOS


Al salir del portal tropezó, una vez más, con aquellas gruesas trenzas. La vecina del décimo piso, Rapunzel, esperaba su siguiente cita a ciegas.

viernes, 21 de octubre de 2011

El narrador del bosque


El orondo búho al que todos llamaban “Palabras” era el guardián de la memoria. Cuando abría su pico, todos se apelotonaban junto a su árbol para escuchar mejor. Muchos decían que sus “cuentos” de un bosque que triplicaba el actual, eran la muestra de que chocheaba; pero los más viejos, los que también recordaban… esos lloraban.


Micro publicado en las Ecoagendas de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía 2011)

miércoles, 19 de octubre de 2011

Quiero ser como el Capitán Nadie

Uno de los tesoros que conservo del reciente encuentro de literatura en Dos Hermanas es un pequeño libro, de portada “cómica” que no divertida, firmado por el autor y por el verdadero protagonista, mi nuevo ídolo, una verdadera inspiración “Paquito”. 
Lo terrible de los relatos de súper héroes es el sabor de boca final; el duro golpe contra la realidad que te llevas al darte cuenta de que todo aquello es mentira, de que no existe ese “humano” dotado de poderes, dinero y fama que acuda cuando más lo necesitas; además está aquello de que a no ser que el mundo esté a punto de explotar o ser destruido por un bicho gigantesco (varias cabezas, manos, pies, ojos y colmillos afilados de acero) no aparece. Sin embargo, para salvarnos de verdad, para salvar nuestras almas perdidas cegadas por la absurda esperanza de la aparición de un tal súperman anticrisis, llega Capitán Nadie; el auténtico antihéroe, dotado de suerte, bondad, inconformismo, vitalidad, optimismo... todo en la justa medida para ser admirado cuando apenas llevas un par de párrafos leídos de su historia.  
No necesitamos la tela de araña de Spiderman, ni los sofisticados artefactos de Batman, ni el radar de Daredevil, ni la fiereza de Catwoman; para sentirnos seguros lo que necesitamos son muchos Capitán(es) Nadie(s), que nos pongan en nuestro sitio y den ejemplo a los más pequeños. Es genuinamente heroico sin querer serlo y eso lo hace más interesante a mis ojos. 
En cuanto a la historia que se cuenta, teniendo en cuanta que lo más importante del libro es que sienta las bases (circunstancias) que convierten a Paquito en Capitán Nadie, es redonda por su sencillez y buen acabado. De corte infantil pero sin caer en absurdos modismos, directo y reflexivo, con personajes tan auténticos como Salvador o Fede, y momentos tan cotidianos y sublimes como las conversaciones y situaciones entre Paquito y su madre. 
Novela corta, más que recomendable en estos momentos de crisis y depresiones para devolvernos los que deberían ser siempre los verdaderos valores, para recordarnos lo importante que es la generosidad y la humildad, para no perdernos cuando las cosas se ponen un poco feas, porque siempre que nos dejemos guiar por los principios del Capitán Nadie podremos contra cualquier obstáculo. ¡Busca el Paquito que hay en ti! 
Gracias a Jose Mª Carrasco, autor del libro, por este subidón de optimismo y  vitalidad. 
Estoy deseando tener el segundo en mis manos. 

lunes, 17 de octubre de 2011

HÉROES DE LEYENDA


Comenzó a verse una luz allá al fondo, solo faltaba un poco más. Entre todos, trabajando juntos, estaban a punto de conseguirlo. El trabajo en equipo forjaba héroes, ya lo contaban las leyendas de los antepasados, esas que ellos habían tachado de exageraciones labradas a base de años.
La claridad que atravesaba sus párpados les marcaba la meta, el camino a seguir, la culminación de un esfuerzo que les permitiera rozar un sueño.
La galería se alargaba empujada por las ansias, las arenas cedían ante el empuje de los anhelos, ante la determinación de aquel grupo de jóvenes cegados durante generaciones que demostraría que en el exterior también era posible la vida.
El cobijo de la oscuridad había pasado a ser un cuento de abuelos superado por la curiosidad de una juventud que soñaba con vivir alejada de las madrigueras que les habían visto nacer, de la tierra que asfixiaba sus impulsos.
En cuanto el excavador que abría la marcha sacó el cuerpo del túnel, los demás dejaron de respirar para escuchar la mezcla de miedo y emoción que latía en sus pechos.
El grito de júbilo les devolvió la respiración y las ganas de un mañana prometido a su raza que recuperara el sentido que deberían albergar sus ojos.
La osadía de unos pocos, otorgaría la capacidad de ver a las futuras generaciones, convirtiendo a aquellos valientes en héroes de leyenda.

sábado, 15 de octubre de 2011

Contracorriente

La pareja de salmones ascendió por el Guadalquivir hasta llegar a la Sierra de Cazorla.
-Creo que no nacimos aquí dijo el macho a su compañera.
Ella asomó la cabeza y vió los bosques de pinos, recordó su paso por Sanlúcar, Sevilla y Córdoba y respondió:
-No fue aquí. Pero es aquí donde quiero que nazcan nuestros hijos.


Micro originariamente pensado para las Ecoagendas de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía 2011)

jueves, 13 de octubre de 2011

EL OLVIDO MOJADO



Veía llover a través de la ventana, mojando sus recuerdos con lágrimas en blanco y negro, sintiendo en sus manos la ausencia de temblores de otros inviernos ya vividos.
El vaho empañaba su mente y los cristales se nublaron con sus penas recordadas. La lluvia había vuelto para ahogarle el alma y empapar aquellos nombres que ahora flotaban en el olvido. Nombres desordenados, personas emborronadas por el paso del tiempo y el caos en el que se había convertido su memoria.
La lluvia que caía era lo único que no había cambiado.
Cerró los ojos por un instante y, al abrirlos, olvidó qué significaban aquellas lágrimas que mojaban los cristales.

martes, 11 de octubre de 2011

Duelo entre Montse de Paz y Virginia Pérez de la Puente.


Durante las Jornadas de Literatura Fantástica de Dos Hermanas pudimos disfrutar de un apasionante duelo entre Montse de Paz y Virginia Pérez de la Puente.

Se hablaba sobre las mujeres en la literatura fantástica, para el tema teníamos dos polos si no opuestos, al menos si bastante dispares. El moderador dijo que en sus comienzos no le gustaban los libros escritos por mujeres y que los distinguía por ser más sensibleros. Montse dijo que tal vez las mujeres se fijaran más en los detalles y sentimientos que en narrar peleas con cabezas cortadas y tripas por doquier, Virginia que estaba con la espada a medio desenvainar dijo que no, que a ella todos, hombres y mujeres, le decían que era muy bruta y que escribía como un tío.



Tras los primeros encuentros de esgrima dialéctica entre ellas, se iniciaron algunas preguntas y casi todos pensaban lo mismo: Angel Vela tomó la palabra y le dijo a Montse que él la veía a ella, como muy cándida, tan dulce que parece que te va a salir una caries hablando con ella, mientras que Virginia era todo lo contrario, que enfrentarlas era cómo poner en un ring a un peso pesado con un peso pluma. (Por lo que más queráis, esto es solo una imagen visual, que nadie piense que le estoy diciendo gorda a Virginia). Teo Palacios también tomó la palabra y le dijo a Montse “Te va a comer viva”. Con tanta repetición, Montse se puso más en guardia y Virginia que escuchaba que todos la veían como la hermana pequeña de John Rambo se calmó un poquito.



Ciertamente yo también pensaba lo mismo, viéndolas sobre el estrado, si Montse hubiera tenido el pelo más rubio parecería una elfa del señor de los anillos y Virginia, si no tuviera esa sonrisa que tiene, por las cosas que escribe/dice tiene la mentalidad una hembra de orco. Elisabet y Ninotchka frente a frente, en general, ambas admitieron que en la literatura había maravillosos papeles de mujer escritos por hombres y al contrario, mujeres que describen a los hombres mejor que lo harían ellos mismos.

Montse recordó que en una ocasión le pasó un trozo de novela a un amigo y él le dijo: se nota que eres mujer por esto, esto y esto. Tras meditarlo admitió que puede que la autora se hubiese impuesto a sus personajes y modificó un poco la escena pensando en sus lectores hombres, Virginia no tenía ningún caso parecido, de hecho comentó en tono irónico: En serio que soy mujer, al menos lo era cuando salí esta mañana del Hotel. Estaba claro oyéndolas que si quieres narraciones de batallas deberías leer a Ni pero si te interesa más lo que sucede entre los personajes y porque ocurre, es a la ganadora del Minotauro a la que debes leer.

Montse nos puso una presentación de las mujeres en la literatura que estuvo bastante interesante y mostró a la vez que demostró, que las mujeres siempre han estado ahí.

La charla estuvo bien hasta que empezó a derivar hacia el tema del feminismo, a partir de ahí, lo siento pero fui desconectando y mi interés se vino abajo. No tengo nada contra las feministas, pero me aburren tanto como los machistas. Al margen de esa charla estas jornadas tuvieron una frase que quedará en inconsciente colectivo.

Pako Mulero Arenillas: “Los Ewoks, son los primos gitanos de los osos amorosos”.

jueves, 6 de octubre de 2011

Uno de tantos: "Para Esmé, con amor y sordidez"



"Uno de tantos" hace referencia a una serie futura de reseñas que continuarán con la misma premisa con que será escrita ésta: hablar en profundidad de un solo relato, elegido a tal efecto de una antología. Es un pretexto como otro cualquiera de hablar de literatura y de despertar en el lector potencial el apetito, sin tener que trinchar todos los textos. Así que me conformaré con diseccionar uno a mi antojo.

Empecemos con el autor, J. D. Salinger (1919-2010). Aquó os dejo una pequeña biografía, extractada de la web alohacriticón: http://www.alohacriticon.com/viajeliterario/article1154.html


Salinger nació el 1 de enero de 1919 en Manhattan, Nueva York (Estados Unidos), hijo de Marie Jilich, una mujer católica de origen irlandés, y de Sol Salinger, un polaco de religión judía que había emigrado a los Estados Unidos para dedicarse con éxito a la venta de productos alimenticios.Estudiante poco brillante, intervino en la Segunda Guerra Mundial, llegando a ser graduado como sargento y a participar en el desembarco de Normandía.

Después del conflicto bélico, J. D. Salinger consiguió publicados algunos relatos en la revista “The New Yorker”. Uno de sus relatos más populares, en el cual volcaba sus traumáticas experiencias bélicas, fue “For Esme – With Love and Squalor”. Con “El Guardián Entre El Centeno” (1951), novela de tono cínico que criticaba con acidez el mundo hipócrita de los adultos desde la perspectiva de un sarcástico y rebelde adolescente llamado Holden Caulfield, Salinger fue recibido con entusiasmo por la crítica, siendo el libro, censurado en algunos lugares, una de las obras favoritas de los universitarios del período. Dos años después apareció el libro de relatos “Nueve Cuentos” (1953).

Salinger, un hombre tímido y solitario, poco amigo de la fama, rechazaba conceder entrevistas, ser fotografiado y permaneció recluido gran parte de su existencia en Cornish, New Hampshire. A comienzos de los años 60 publicó varios libros con el protagonismo de la familia Glass, como “Franny y Zooey” (1961), “Levantad Carpinteros La Viga Maestra” (1963) y “Seymour: Una Introducción” (1963).

A mitad de los sesenta se retiró definitivamente de la vida pública dedicando su tiempo al budismo zen, al vegetarianismo, a la homeopatía y a contemplar películas clásicas y programas y series de televisión, ya que Salinger es un adicto a la pequeña pantalla. Falleció el 27 de enero del año 2010. Tenía 91 años.



El relato elegido es "Para Esmé, con amor y sordidez", incluído en su obra "Nueve cuentos", publicada en 1953.

El título bien podría ser la dedicatoria de la carta que el protagonista (huérfano de nombre y apellidos) de la historia no escribe, por lo menos en el decurso de la misma. Aunque también podría apuntar a que el relato en sí es la carta.

El presente en que se sitúa el comienzo del texto no volverá a aparecer, ni siquiera al final a modo de colofón. Será un guiño al lecyor para que complete lo que falta de la historia. Es un preludio que nos pone en situación respecto de lo que vendrá después. En él se cuenta que el protagonista recibe por avión una invitación a una boda en Inglaterra. No se especifica el nombre de la novia, porque es de ella de quien parte la invitación. Decidirá no ir porque debe de estar en casa cuando su suegra vaya a pasar unos días con su mujer y con él. Así que se decide a escribir unos apuntes (¿la carta "Para Esmé, con amor y sordidez"?) por si acaso al novio le interesa (más bien está dispuesto a "hacerle pasar uno o dos momentos de malestar").

A continuación el protagonista referirá las circunstancias en que participa en la Segunda Guerra Mundial (lastre que comparte con el propio autor, Salinger). Corre el año de 1944, está destinado en Devon, Inglaterra, haciendo un curso de entrenamiento "pre-invasión". Justamente el día en que finaliza el curso, el protagonista decide bajar al pueblo, a pesar de la pertinaz lluvia. Asiste al ensayo del coro de la iglesia, compuesto en su mayoría por niños y niñas. Entre ellos destaca el canto y la figura de una joven de trece años, que parece liderar al grupo.

Más tarde, tendrá lugar la escena más extensa del relato, el encuentro en el bar del pueblo entre el protagonista y la muchacha, que llega acompañada de Charles, el hermano pequeño, y de la señorita Megley. El descaro con que se acerca a la mesa ocupada por el soldado y la facilidad con que entabla conversación no pasará desapercibido para el lector. A pesar de las constantes interrupciones de Charles, ambos hablan de sus gustos, de literatura incluso, porque él dice que le gusta escribir cuentos (¿es evidente que es el mismo Salinger?). Esmé, que tal es el nombre de la muchacha, le ruega que le escriba un cuento dedicado a ella. Que sea sórdido, ya que a ella le gusta la sordidez. Al despedirse, prometen cruzarse cartas. Ella lo hará primero para que él no contraiga ningún compromiso. Justo después, ya superado el ecuador del cuento, el tono y los personajes del relato cambian completamente. O eso parece.

Hasta aquí dejo la disección, no vaya a ser que desbarate el encanto de este "Para Esmé, con amor y sordidez". Eso sí, decir que necesita de la implicación del lector que ha de completarciertas lagunas que Salinger deja a conciencia. Quizá porque le gusta dejar la literatura algo cruda, como un buen solomillo.

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