Veía llover a través de la ventana, mojando sus recuerdos con lágrimas en blanco y negro, sintiendo en sus manos la ausencia de temblores de otros inviernos ya vividos.
El vaho empañaba su mente y los cristales se nublaron con sus penas recordadas. La lluvia había vuelto para ahogarle el alma y empapar aquellos nombres que ahora flotaban en el olvido. Nombres desordenados, personas emborronadas por el paso del tiempo y el caos en el que se había convertido su memoria.
La lluvia que caía era lo único que no había cambiado.
Cerró los ojos por un instante y, al abrirlos, olvidó qué significaban aquellas lágrimas que mojaban los cristales.
2 comentarios:
Precioso relato con el que me identifico especialmente. Yo también lloro en blanco y negro y olvido rápido el motivo de esas lágrimas.
Es un relato triste así que no me puedo alegrar de que te identifiques con él. Lo que sí me alegra es tu visita y, por supuesto, tus palabras XDDD
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