miércoles, 12 de diciembre de 2018

¿El tiempo es relativo? 5


-Nos acabamos de meter en un problema.

-No, matiza, estamos en tu casa, con tu máquina que apaga luces y con tus padres dando voces como si estuviésemos en temporada de berrea. Creo que el problema tiene nombre y apellido.

Manolo bufó y con la luz del teléfono móvil buscaba una referencia para llegar a los fusibles. Arriba se escuchaba a la madre gritando y dando golpes en la puerta para saber si se encontraban bien. El padre se limitaba a maldecir. Había estropeado su mejor momento del día, la lectura en el salón, y avanzaba a tientas por él chocándose con todas las sillas. Cada golpe era una maldición nueva y de eso entendía mucho. De pequeño su madre instauró un impuesto de dos euros por cada palabra malsonante que se dijera en la casa. Gracias a eso su padre les pagó el viaje a Euro Disney que hicieron cuando tenía ocho años. Y ahora mismo tenía casi pagada la carrera por si fallaban las becas. Su madre era muy previsora. Seguro que había encendido una vela o algo por el estilo. Llegó a los fusibles y los empujó todos para arriba. La luz volvió unos instantes pero se olvidaron de apagar la máquina y volvió a apagarse.

-Rubén por favor apaga eso.

-¿Cómo quieres que lo haga si no veo?

-Enciende la luz de tu móvil, pero hazlo rápido que ya están aquí –alargó la última palabra recordando la mítica frase de poltergeist. Lo hizo en clara alusión a sus padres que aporreaban la puerta para intentar entrar. Rubén alumbrando con su móvil llegó al enchufe del generador y lo quitó.

-Ya.

La luz volvió y Manolo se apresuró a subir las escaleras para abrir a sus padres. Solo fue girar el pomo y ya estaba su madre sobre él. Tuvo que agarrarse a la barandilla para no caer escaleras abajo con ella. Su padre detrás suspiró al verlo y se mordió la lengua para no tener que pagar más dinero. Al llegar abajo y ver la máquina le preguntó pero estaba todo pensado. Al menos por él.

-Es un proyecto de ciencias de Rubén en el que le estoy ayudando. –Rubén con los ojos como platos asintió sin decir palabra–. Es un condensador de materia orgánica que sirve como mini planta de reciclaje. Se le ocurrió pero no sabía cómo llevarlo a cabo y le dije que lo ayudaría. Y ya sabéis como es el trastero de su casa. Su madre no entra allí para ordenarlo desde hace años, así que me ofrecí para que lo pudiera hacer aquí. Espero que no os importe.

-Creo que el hecho de que nos importe o no ya no tiene mucho sentido ¿no?

La madre le dio un codazo al padre recriminando la forma de responder.

-Cariño, el gesto de dejar que un amigo tuyo pueda realizar su trabajo en nuestro trastero te honra, pero –hizo una pausa teatral remarcando el pero-, la próxima vez pregunta ya que creo que nunca te hemos negado nada ¿vale?

-De acuerdo mamá. Perdona.

-No hay nada que perdonar –y agarrando el brazo del padre lo condujo para arriba no sin antes recriminarle en voz alta–. Por cierto alguien tiene que echar en cierta hucha diez euros.

-Cariño ha sido un momento de tensión.

-Que te va a costar diez euros.


Ambos, cuando los padres se marcharon cerrando la puerta, respiraron. Manolo recogió la sábana y la dobló dejándola a un lado, después de todo lo que acababa de pasar ya no hacía falta ocultar nada.

-Una máquina del tiempo –murmuró Rubén–, estás loco.

-Debería haber funcionado, en serio.

-Mira, probablemente me esté equivocando con lo que voy a hacer pero suponiendo que te creo, sólo suponiendo, digamos que hay una posibilidad de que alguien nos ayude.

-¿Quién, dime?

-Tranquilo, que te va a dar un infarto. Es un profesor un poco flipado. Nos habla constantemente de los universos de líneas temporales cerradas, de los agujeros negros, de la velocidad de la luz, de Einstein, de Stephen Hawking y de otras cosas raras que no entiendo. Pero seguro que a ti sí que te gustaría.

-Me encantaría ¿Cuándo podríamos verlo?

-Pues mañana lo tengo a última hora. Si quieres lo entretengo al acabar la clase y hablas con él.

-¡Claro! En cuanto acabe la clase salgo corriendo. Gracias Rubén, gracias.

-Que sí pesado. Tú tranquilo que mañana tenemos ayuda profesional. Hasta mañana.

-Hasta mañana.

Rubén subió los escalones de dos en dos pensando en si no habría cometido un error al decirle lo de su profesor. Manolo se quedó mirando fijamente durante largo rato su proyecto de máquina del tiempo. Posiblemente con la ayuda adecuada conseguiría hacerlo realidad.

2 comentarios:

Manuel Mije dijo...

Pues a ver qué hacen con esa máquina del tiempo ¿no?
Por cierto, es jodido repasarlas antes de publicarlas tratando de no enterarme de nada para tener luego una lectura normal...

Morti dijo...

Jajajaja. Tienes el trabajo más jodido del colectivo...
Y lo sabes

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