Después
de un largo periodo de ausencia, y por aclamación impopular, el test de
Rorschach-Perring vuelve con otras diez instantáneas tomadas a lo que se
esconde tras los ojos, en esta ocasión, de Ángel Vela. Nos hallamos ante un
caso atípico, más grave de lo que parece, menos de lo que algunos imaginan;
preparen los calmantes y acomódense para leer lo que sigue…
Dice que
nació en Sevilla, en el glorioso año de 1976, y según se puede deducir por sus
evasivas, estudió sin mucho entusiasmo en colegios e institutos de cuyo nombre
no quiere acordarse. En cuanto pudo se inició en su gran pasión, la vida, y
para costearse el disfrute cambió los estudios por los negocios familiares. Por
su debilidad de carácter, pronto se hizo adicto a todo tipo de arte, se
convirtió en un poliartiscómano de libro, e intentó montárselo como camello de
música, después cine, y por último lo que más cuadraba con su esencia, la
literatura.
Tras
muchos ratos de lectura desenfrenada y escritura solitaria y desbordada, se
lanzó a la red para buscar otros con quien compartir ilusiones, despilfarrando
carisma aquí y allá hasta que pronto tuvo una copiosa lista de contactos de la
que echar mano. Todo esto desembocó en el nacimiento del colectivo literario
Sevilla Escribe, del que fue piedra angular y con el que finalmente se lanzó al
mundo de la escritura como verdadero protagonista: asaltando concursos y
antologías, surtiendo de contenido a ezines, fanzines, revistas y webs, y
participando en todo aquel evento literario que se le puso a mano.
Una vez
todo aquello se consiguió, sólo le quedaba dar el paso y terminar una de las
novelas en las que desde hacía tanto llevaba trabajando durante los pocos ratos
libres que le dejaba el resto de su intensa actividad literaria. Y ahora por
fin, tras el derroche de esfuerzo, Ángel Vela llega al primer gran hito de su
senda con la publicación de “Donde el
perdón no llega” (Cazador de Ratas Editorial 2018), novela con la que
espera disfrutar revolviendo las tripas de todo incauto que se atreva a calar
sus páginas, así nos ha salido el muchacho.