La piedad es indigna; camino de cobardes que más que el perdón buscan eludir la condena. Y el perdón no se regala. Resulta algo falso y vació si la falta no se ha purgado en su justa medida. Pide en su lugar justicia, pide que el castigo redentor te sea aplicado, pide porque se purifique tanto el cuerpo como el alma, y que el dolor sentido sea tan grande que por un instante te sientas en comunión con los dioses.
Respuesta que Ileas Daemar, regente de la antigua Casa de Odrun, dio a un acólito al que se juzgaba por una falta grave, el cual no sobrevivió a la purificación de uno de los sanadores del alma.
Autor: Ángel Vela (palabras)
Correo Electronico: lanaiel(arroba)hotail.com
2 comentarios:
Oye, pues tiene su punto, y como pasaje recordado por las gentes de tu mundo de ficción queda muy bien, aunque creo que la explicación de la cita debería poder resumirse más, que no pega tanto que se aproxime en extesión a la propia cita...
Me alegra que te guste y tengo en cuenta tu observación.
Esta parte, como otras tantas, será víctima de la poda ,ejejeej
Un abrazo.
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