En el subconsciente colectivo de nuestra sociedad está instalada una cierta admiración inconfesable por el estrés. Cuanto más contemos el poco tiempo que tenemos, más altivos nos mostramos, nuestra vida se presenta como más llena e interesante, la imagen sube como la espuma.
Perdona, llego tarde a pilates; disculpa, tengo un curso de cocina; no puedo quedar contigo hasta dentro de dos jueves; tengo un máster los martes tarde; salgo del trabajo ya de noche, entro de madrugada, almuerzo como los pavos; tengo que ir de compras, que pintar la casa, que reamueblar el salón; tengo que salir, tengo que volver, tengo que encontrar un hueco, que llamar a mis amigos, que ver algún día a mi padre, que encontrar un minuto para llamar a mi hermana; a ver si consigo verte antes del verano, a ver si consigo verte, a ver si…
Vivir lento es la clave. Aún aunando actividades y organizándonos la vida para seguir creciendo, aprendiendo y proyectándonos en los demás.
Vivir deprisa no es una virtud. No puede serlo.
Saber dormir leyendo un libro cualquier día de la semana.
Prepararse un té y bebérselo hasta el final mirando un cuadro.
Pasearse la ciudad al anochecer sin objetivo.
Escuchar. No tratar de buscar contraejemplos para rebatir, sino escuchar.
Decir que sí a una cerveza cuando un amigo lo pide de corazón. A freír espárragos el pilates, los cursos de cocina, los másters, las compras… cuando un amigo te pide una cerveza.
Preparar una cena a la persona amada y mirarle a los ojos. Saber mirar a los ojos para decir aquí estoy.
Perdona, llego tarde a pilates; disculpa, tengo un curso de cocina; no puedo quedar contigo hasta dentro de dos jueves; tengo un máster los martes tarde; salgo del trabajo ya de noche, entro de madrugada, almuerzo como los pavos; tengo que ir de compras, que pintar la casa, que reamueblar el salón; tengo que salir, tengo que volver, tengo que encontrar un hueco, que llamar a mis amigos, que ver algún día a mi padre, que encontrar un minuto para llamar a mi hermana; a ver si consigo verte antes del verano, a ver si consigo verte, a ver si…
Vivir lento es la clave. Aún aunando actividades y organizándonos la vida para seguir creciendo, aprendiendo y proyectándonos en los demás.
Vivir deprisa no es una virtud. No puede serlo.
Saber dormir leyendo un libro cualquier día de la semana.
Prepararse un té y bebérselo hasta el final mirando un cuadro.
Pasearse la ciudad al anochecer sin objetivo.
Escuchar. No tratar de buscar contraejemplos para rebatir, sino escuchar.
Decir que sí a una cerveza cuando un amigo lo pide de corazón. A freír espárragos el pilates, los cursos de cocina, los másters, las compras… cuando un amigo te pide una cerveza.
Preparar una cena a la persona amada y mirarle a los ojos. Saber mirar a los ojos para decir aquí estoy.
La vida es esta cena, y yo aquí estoy.
Autor: Salvador Navarro
Pagina Web: http://www.salvador-navarro.com/
6 comentarios:
Relato muy intimista.
Creía que este tipo de literatura no me gustaba, pero este relato me ha enganchado hasta el final.
Buen debut por estos lares.
¡¡Sí señor!!!
Bueno yo ya lo leí en primicia, y como te dije me gustó ;)
Bienvendo y que este no sea más que el primero de muchos ;)
Un abrazo
Gracias a vosotros por darme la oportunidad, espero estar a la altura
Pues sí, yo soy de los que vivo estresado, siempre con cien cosas que son más importantes que yo.
(O eso me digo a mi mismo)
Gracias por hacerme reflexionar.
interesante tu página, vitolink... un placer si he conseguido robarte un par de minutos para reflexionar sobre la importancia de tomarse una pausa, dos... las necesarias
Muy buena cosa, Salva. Me gusta tener por aquí estas reflexiones tan naturales, sinceras, y bien escritas, por supuesto (yo es que también me he leído la de Nagoya para maquetarla). Y de paso tomo conciencia y me predispongo a bajar un poco el metrónomo de mi vida fumándome un cigarrito y leyendo los textos de los camaradas, que tampoco es mala opción.
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