
El viento acunaba las ramas de una fornida encina.
Las ramas mecían las crías de una pareja de gavilanes.
Las crías gritaban pidiendo comida a sus padres.
La comida llegó en forma de ratoncillo de campo.
Los ratoncillos horadaban sus madrigueras entre las raíces.
Las raíces sueltas hacían tambalearse a la encina.
Las ramas mecían las crías de una pareja de gavilanes.
Las crías gritaban pidiendo comida a sus padres.
La comida llegó en forma de ratoncillo de campo.
Los ratoncillos horadaban sus madrigueras entre las raíces.
Las raíces sueltas hacían tambalearse a la encina.
Micro originariamente pensado para las Ecoagendas de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía 2011)
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