El alcornoque nació triste porque sus frutos carecían de dulzor y su sombra nunca le pareció suficiente gratitud para aquel que le cuidaba. Por eso decidió poner su piel a secar al sol y ofrendarla como tributo al hombre. Agradecido, el hombre inventó mil usos para aquella piel del árbol que se tiñe de rojo al ofrendar.
*Micro incluído en la ecoagenda 2011de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.
0 comentarios:
Publicar un comentario