Sumido en la incomprensión,
la tristeza devoraba con avidez su corazón aprensivo,
hasta que hubo de llegar el día
en que este insaciable carroñero no dejó de él
nada que mereciera la pena salvar.
la tristeza devoraba con avidez su corazón aprensivo,
hasta que hubo de llegar el día
en que este insaciable carroñero no dejó de él
nada que mereciera la pena salvar.
Autor: Ángel Vela, "palabras"
Correo Electrónico: lanaiel(arroba)hotmail.com
2 comentarios:
Bueno, ¿microrelato? ¡Más bien poema! Tiene algo... seco en su interior. Es triste, y no sé por qué me ha recordado a la metamorfosis kafkiana.
Hola de nuevo, la poesia es algo que me gusta, pero me siento un poco profano al respecto, y bueno lo de poner etiquetas se me da regular.
No recuerdo que tiempo tiene este texto, pero no sería raro que lo escribiera influenciado por él. Es un autor que en su tiempo me marcó bastante.
Nos leemos.
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