Quiero que el sol de Duma Key acaricie mi piel, que la tibieza de sus aguas sea un bálsamo para mi dolor, que las conchas de la playa, con sus dispares formas, me susurren cada noche secretos olvidados bastante tiempo atrás.
Eso es lo que sentí cuando comencé a leer Duma Key, de Stephen King.
En primer lugar destacar la excelente portada de Mark Stutzman. Una poderosa ilustración que parece sacada de la mismísima mente del tito King. Sin leer la historia, no podemos llegar a entender el simbolismo que se oculta tras ella. Tras leer la novela, la portada cobrará todo su significado: Impresionante.
Edgar Freemantle, a mi gusto, uno de los mejores personajes creados por King. Es un hombre rico, con un negocio próspero, una esposa maravillosa con la que lleva casado media vida y un par de hijas que empiezan a volar del nido. En definitiva: un hombre feliz. Al menos, hasta que una enorme grúa aplasta su camioneta dejándole con un brazo menos y con la cabeza hecha polvo.
Cuando despierta en el hospital apenas recuerda nada, casi que se ha olvidado de cómo hablar. Y lo peor de todo es que sufre ataques de ira en los que es capaz de cualquier cosa. Pero ahí no acaban sus males, ya que su mujer le pide el divorcio.
Es así como, recién salido del hospital y durante las duras rehabilitaciones, la idea de suicidarse toma fuerza. Hasta que Kamen, su psiquiatra, le convence de que lo que le hace falta es una “cura geográfica” y también de que recupere algún Hobbie perdido; algo que le proteja durante la noche.
Es así como el maltrecho cuerpo de Edgar acaba en Duma Key, Florida. Allí, en aquel lugar paradisíaco, alquilará Big Pink y comenzará su rehabilitación tanto física como mental. También conocerá a Wireman y a la señorita Elisabeth, sus vecinos, y recuperará su vieja afición a pintar; sorprendentemente, no es que lo haga bien después de tantos años, sino que se ha vuelto un genio.
Pero sus cuadros no son normales, de ninguna manera…
Y así se abre una historia que comienza siendo una pesadilla y acaba de la misma manera. Nos encontramos ante un King intimista, pausado. Perfilando sus protagonistas hasta el máximo. Intercalando de manera soberbia los acontecimientos sobrenaturales que suceden durante la narración con otros totalmente mundanos. Con una prosa bella, como hacía tiempo que no se le leía (si es que alguna vez se le leyó). Con sus dobles sentidos, con sus diferentes ritmos. En sus más de setecientas páginas nos dará tiempo a reír, a llorar, incluso hasta a erizarnos los vellos de la nuca.
Stephen King ya no se contenta con contarnos una historia, sino que dentro de esa historia te cuenta varias más. Varios hilos que convergen hasta formar uno solo, potente, fluido.
Está claro que nos encontramos ante otro escritor diferente al que nos deleitó con El resplandor, o con It, pero si este nuevo escritor nos va a traer más historias como ésta, bienvenido sea.
Decir que el libro, por supuesto, tiene sus pequeños defectos, como la caída del ritmo alguna que otra vez, o la manera tan “a la americana” con la que se entablan algunas amistades, como la de Wireman. Aún así, estas pequeñeces no empañan el resultado final, el sentir encontrarnos ante una gran novela.
Bienvenidos a Duma Key.
1 comentarios:
Para mi fue de los mejores libros que he leido, es una novela que me enseño que todo es posible en la vida, a pesar de que no es un libro de superacion personal.
http://atsreading.blogspot.com/
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