El primer muerto apareció ahogado en el fondo de un pozo. Se trataba del jardinero. Días después encontraron al ama de llaves en la cocina. Parecía envenenada. Un criado, que llevaba apenas unas semanas en la mansión, fue el tercero en caer. A pesar de las exhaustivas pesquisas de Scotland Yard continuaron apareciendo cadáveres en el desván, dentro del laberinto de setos del jardín e, incluso, en uno de los dormitorios principales.
Cuando llegaron aquellos dos caballeros, el anfitrión pidió a su mayordomo que los acompañara a la biblioteca y les ofreciera una copa de oporto y un habano. Había leído todos sus libros y deseaba que se sintieran como en su propia casa. Bajó ya arreglado —no le gustaba recibir a la gente en batín y pantuflas—, les tendió la mano y se presentaron.
—Ah, por fin, el doctor Watson y su amigo el señor Holmes —contestó—. No se imaginan todo lo que he tenido que hacer para poder conocerles en persona.
—Ah, por fin, el doctor Watson y su amigo el señor Holmes —contestó—. No se imaginan todo lo que he tenido que hacer para poder conocerles en persona.
5 comentarios:
Impresionante, y lleno de agudeza... me encantó.
jeje me gustó mucho. Una vuelta de tuerca muy buena.
Un saludo indio
jajaja muy bueno, me ha encantado.
A mí todo lo que huela a humo de pipa y a Baker Street me gusta. Enhorabuena, tiene su gracia, Xuan.
Muchas gracias.
Es uno de los micros que he escrito de los que me siento más orgulloso.
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