viernes, 11 de junio de 2010

Cirugía




Todos esperábamos en círculo alrededor del enfermo. Ni siquiera yo conseguía disimular el nerviosismo, cuando empezó a moverse sobre la camilla y abrió los ojos.−¿Qué tal se encuentra? −le pregunté.−Bien −contestó.Le costaba hablar. Parecía que aún no se le había pasado del todo el efecto de la anestesia.−¿Está seguro?−Sí, supongo. ¿Por qué lo pregunta, doctor? ¿Ocurre algo−preguntó.−No, no. Usted descanse.Me alejé de la camilla, salí del cuarto, recorrí a un buen ritmo el pasillo y entré en el quirófano. La enfermera todavía sujetaba con las dos manos un corazón que continuaba latiendo.−Puede tirarlo, señorita.−¿Entonces, no era suyo? −preguntó.−No lo sé, señorita. No lo sé.

1 comentarios:

David Moreno dijo...

Buenísimo Xuan! jeje ese corazón latiendo fuera del cuerpo del recién despertado.

Un saludo indio

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