Imaginemos una noche de 1937 en Buenos Aires. Dos amigos (Borges y Bioy Casares) y la mujer de uno de ellos (Silvina Ocampo), alargan la sobremesa de una cena hablando de literatura fantástica. Después de varias horas deciden preparar una antología.
Me gusta relacionar la concepción de esta antología, con aquella noche de verano de 1816 en la que cerca de Ginebra, Lord Byron, Polidori, P.B Shelley y su mujer Mary, que se retaron para escribir una historia de fantasmas. De ahí, nació, entre otras obras, Frankenstein de Mary Shelley y El vampiro de Polidori.
La antología de literatura fantástica no nació con afán de universalidad, a pesar de que recoge relatos y fragmentos de obras mayores de todas las épocas y culturas, como Las mil y una noches, Kafka, Zorilla o Julio Cortázar. Es más bien el fruto de la opinión personal de los antólogos. Ni se buscaron ni se rechazaron los nombres de los autores más célebres, aunque, en el prólogo se aclara que, deliberadamente, por falta de espacio, se prescindió de Hoffman, Le Fanu, Bierce, M.R. James y Walter de la Mare.
En ese mismo prologo, escrito por Adolfo Bioy Casares (A.B.C) en 1940, con una postdata de 1965, se recogen también los argumentos de las obras: fantasmas, viajes en el tiempo, los tres deseos, el infierno, el personaje soñado, metamorfosis, acciones paralelas, la inmortalidad, fantasías metafísicas, vampiros y castillos. La enumeración no agota todos argumentos de la literatura actual. Faltan entre otros, por ejemplo, la ciencia ficción o los zombis, tan de moda hoy en día.
Sin embargo, es un libro que he leído y releído en varias ocasiones, al principio, por orden y después según me apeteciera. Por eso tengo mis favoritos. No pasa mucho tiempo sin que vuelva a leer el Enoch Soanes de Max Beerbohm, El gesto de la muerte de Cocteau, Tlön, Upbar, Orbis Tertius, de Borges o La pata de mono de Jacobs, o La verdad sobre el caso Valdemar de Poe.
Me gusta relacionar la concepción de esta antología, con aquella noche de verano de 1816 en la que cerca de Ginebra, Lord Byron, Polidori, P.B Shelley y su mujer Mary, que se retaron para escribir una historia de fantasmas. De ahí, nació, entre otras obras, Frankenstein de Mary Shelley y El vampiro de Polidori.
La antología de literatura fantástica no nació con afán de universalidad, a pesar de que recoge relatos y fragmentos de obras mayores de todas las épocas y culturas, como Las mil y una noches, Kafka, Zorilla o Julio Cortázar. Es más bien el fruto de la opinión personal de los antólogos. Ni se buscaron ni se rechazaron los nombres de los autores más célebres, aunque, en el prólogo se aclara que, deliberadamente, por falta de espacio, se prescindió de Hoffman, Le Fanu, Bierce, M.R. James y Walter de la Mare.
En ese mismo prologo, escrito por Adolfo Bioy Casares (A.B.C) en 1940, con una postdata de 1965, se recogen también los argumentos de las obras: fantasmas, viajes en el tiempo, los tres deseos, el infierno, el personaje soñado, metamorfosis, acciones paralelas, la inmortalidad, fantasías metafísicas, vampiros y castillos. La enumeración no agota todos argumentos de la literatura actual. Faltan entre otros, por ejemplo, la ciencia ficción o los zombis, tan de moda hoy en día.
Sin embargo, es un libro que he leído y releído en varias ocasiones, al principio, por orden y después según me apeteciera. Por eso tengo mis favoritos. No pasa mucho tiempo sin que vuelva a leer el Enoch Soanes de Max Beerbohm, El gesto de la muerte de Cocteau, Tlön, Upbar, Orbis Tertius, de Borges o La pata de mono de Jacobs, o La verdad sobre el caso Valdemar de Poe.
Recomiendo este libro a todo aquel que quiera conocer la literatura fantástica, que podemos denominar, clásica y universal.
2 comentarios:
Suena muy bien tu recomendación, tomo nota y gracias por descubrirme este libro!!
Pues sí suena bien ahora, espera a que empices a leerla.
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