miércoles, 14 de enero de 2009

Un sueño de Neruda hecho realidad

En 1971, tras conseguir el Premio Nobel de Literatura, el autor Pablo Neruda soñó con la fundación de un pueblo creado ex profeso para poetas y escritores sin recursos con los que poder seguir con su obra o necesitados de un lugar de retiro en el que poder encontrar la inspiración. El nombre que pensó para este idílico emplazamiento fue Cantalao, lugar en el que transcurre la única novela que escribió, El habitante y su esperanza, y la localización que eligió fue un agreste paraje cercano a Isla Negra, frente al Pacífico. El proyecto obtuvo el apoyo entusiasta de gobierno de Salvador Allende, el cual contaba entre sus cargos con numerosos artistas, entre los que se encontraba el propio Neruda. Pero todo aquello se perdió a raíz del golpe militar de 1973.


La idea resurgió tímidamente en 1987, cuando las obras escultóricas de un concurso internacional fueron instaladas en los terrenos que en tiempos fueron pensados para Cantalao.


Ya en 1991, la Bienal de Arquitectura, cuyo tema central fue Cantalao, fue ganada por los arquitectos Hugo Molina y Gloria Barros, los cuales idearon un Cantalao con bosques y un camino amurallado muy especial cuyo trazado formaba la palabra “palabra”, sembrado en sus recovecos de poemas de Neruda y cuyo destino era el “Muelle de espera”, un edificio que se adentraría en el océano y en cuyo interior habría una sala de convenciones, un gran acuario y una impresionante vista al mar.


Ya en la actualidad, y gracias a la donación de 200 millones de pesos (unos 317000 dólares) por parte del filántropo, empresario y ex candidato a la presidencia Leonardo Farkas, puede que el sueño por fin se convierta en realidad después de que la idea volviera a resurgir durante el último Concurso Internacional de Escultura Cantalao, Pablo Neruda.


Esperemos que en esta ocasión la desidia, el olvido o la tragedia, no vuelvan a interponerse entre Cantalao y nuestra realidad.


3 comentarios:

Javier Márquez Sánchez dijo...

Sería algo interesante, aunque creo que demasiado utópico. El dinero, por desgracia, siempre es necesario... A no ser que, además de escritores, los que vivan allí sean también labradores, granjeros... Que tampoco es mala idea.

weiss dijo...

Sí que suena guay, pero lo que tú dices, o eso o que les sobre ya la pasta, así se puede ir de artista por la vida sin preocupaciones. Y que no suene a desprecio, al contrario, lo envidio.

Manuel Mije dijo...

Pues sí, una utopía muy bonita. No sé si al final se llevará a cabo y será oro todo lo que reluzca, pero al menos da para un rato de imaginaciones placenteras...

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