lunes, 1 de diciembre de 2008

Ucronía en Estocolmo

Ángel Vela, gigante indiscutible de las letras hispanas, donoso compositor de monumentos literarios, cuyo dominio de la lengua cervantina sólo era comparable con el suyo propio, ya que a ojos de cualquier crítico o lector dotado de buen criterio, era manifiestamente evidente que su irrupción en el efervescente mundo de la literatura marcaría para siempre un antes y un después, subió con grácil paso los escasos escalones que le separaban de la consumación de la gloria. Sobre el escenario de la Sala de Conciertos de Estocolmo, se aclaró la garganta y comenzó su discurso.

-"Majestades, ilustres miembros de la Academia, señores y señoras invitados: Quisiera transmitirles mi gratitud por el honor que para mí representa recibir este galardón. Sin embargo, traicionaría mi honestidad si, en efecto, llevase a cabo tan caballeroso gesto de humilde condescendencia, puesto que, es cosa obvia, no sería de justicia que fuera yo quien hubiera de mostrar agradecimiento, sino bien al contrario, es el género humano, cuyos más elevados representantes de su dimensión intelectual se hallan aquí reunidos, el que debiera rendir su incondicional y sempiterna gratitud a quien está llamado a ser el padre de todas las formas de genialidad que en los sucesivos siglos habrán de florecer de las fértiles a la par que ingeniosas mentes de las incontables generaciones de artistas y creadores que habrán de sucederme, pero cuyo talento y brillantez jamás podrán si quiera acercarse a los de mi excelsa e irrepetible figura. Tampoco la insólita circunstancia de otorgarme el Premio Nobel de Literatura a la edad de treinta y dos años se me antoja motivación para dejar asomar acaso un destello de agradecimiento ante tan ilustre concurrencia. Y es que la creación que sustenta los argumentos para, primero mi candidatura, y posteriormente mi merecida consecución de este premio, “Ucronía en Almería”, supone el paso a una nueva dimensión, una dimensión sin duda alguna vedada a todos los creadores, pasados y futuros, a excepción de mi persona, en la historia del arte. Tan es así, que largo tiempo hube de meditar acerca de la pertinencia de aceptar este galardón, ya que el nivel alcanzado por mi obra, para cuya descripción no sirven los adjetivos que tradicionalmente hemos utilizado al referir las obras de los hombres y, ni por poco, las de los mismísimos dioses, pertenece a una categoría en la que lo divino queda relegado al papel de vulgar, intrascendente, imperfecto, pobre.

Es cierto que la primera aparición de éste, mi más memorable escrito, no gozó del merecido reconocimiento. Sí, ganó el reto 69 del taller de literatura de Ocio Joven, ex-aequo, y porque se descalificó a varios de los otros participantes –proceso en el cual yo mismo tuve que invertir notables e insistentes esfuerzos, ¡menuda injusticia!-, así como porque se desestimaron votaciones fuera de plazo y que no eran favorables al susodicho texto. No obstante, aquí, ahora, se demuestra que si ello fue así, no pudo más que deberse a la naturaleza de indigentes intelectuales y al funcional analfabetismo de los participantes en aquel ingrato concurso. Con todo, contra viento y marea, contra las envidias, la malicia y la inoperancia de aquellas mentes obtusas, “Ucronía en Almería” se erigió como la más resplandeciente joya que concurrió en aquella justa literaria. Y cómo no, Majestades, estimados miembros de la Academia, señores y señoras invitados, cómo no iba a sobrevenirle el triunfo a aquella magna creación de la más magna figura que, cual mesiánico forjador de un Nuevo Orden artístico-cultural, mi persona estaba llamada a encarnar.

Lean, relean, repasen “Ucronía en Almería”, deléitense con la conmovedora sensibilidad de cada una de sus palabras, en la exquisitez de su composición, en lo sublime de su trascendencia. Sí, me consta que sus limitaciones nunca les permitirán percibir y por ende disfrutar en su más pura esencia de la grandiosidad de una obra que hará palidecer de envidia a Olimpos por los siglos de los siglos.

Ahora, Majestades, ilustres miembros de la Academia, estimados invitados, fúndanse en un unísono aplauso de agradecimiento por mi aportación sin parangón al enriquecimiento de la historia universal de la literatura, que por más estéril que resulte con vistas a saldar la deuda de gratitud por todos debida a mi persona –estéril no ya su aplauso, ni el galardón, sino cualesquiera otros gestos con que en lo sucesivo el género humano tenga a bien loar mi extraordinaria creación-, es de sobra obligado, y acaso les haga merecedores, si no en ésta, tal vez en otra vida, de un ápice de mi dignidad y mi talento sobredivino.

En la Sala de Conciertos de Estocolmo, una ovación como nunca antes en la historia habíase oído, cerró la intervención de Ángel Vela. Éste, encaminándose hacia la breve escalinata, se entregó, delirante, a un frenesí imaginativo que le mostraba la trascendencia universal de su “Ucronía en Almería”: monumentos dedicados a su persona por todo el mundo, calles y avenidas de los cinco continentes rebautizadas con su nombre, universidades, bibliotecas, fundaciones, emisiones conmemorativas de sellos y billetes, una oleada de recién nacidos inscritos en los registros de medio mundo bajo el nombre de “Ucronía”… Y entonces sonó el despertador.


Autor: Ernesto Fernandez

Correo elctronico: ernst1976(arroba)hotmail.com

12 comentarios:

weiss dijo...

Mi homenaje a Ángel Vela, y a su obra cumbre, pieza literaria de irrepetible majestuosidad y genio desbordante, "Ucronía en Almería". :p

Miski dijo...

A veces, mejor dicho casi siempre, es una putada cuando suena el despertador.
Un saludo.

Ángel Vela dijo...

Bueno pues aquí me tienes, y sí me pasé, de hecho lo maqueté que estaba mal, y le puse las etiquetas y colgué dos fotos para complementar.

En cuanto al texto, antes que nada decirte que me alegra saberme protagonista de una historia, independientemente del resultado y padeceres.

Tiene sus momentos simpaticotes, aunque dado mi ego, y lo que bromeo yo mismo con ese tema, tampoco me pareció tan exagerado, jajaja.

Ya te contaré con detenimiento, la teoría del pistacho, y porque quiero que me incineren en lugar de enterrarme, (algo referente a una raza de supergusanos que dominarían el mundo después de comer mi carne, jajajajaj).

Pues eso el texto curioso y, como no podía ser de otra manera bien escrito.
Aunque a mi parecer el punto del despertador desmerece muchísimo lo anterior,(demasiado típico).

Yo con ese mismo texto hubiera aludido a mi de viejo, senil perdido hablándole a un mendigo o a algún nieto que no pudiera escapar de mi coñazo infinito, jajajaj.

Bueno en cualquier caso honrado me hallo, y cuando me den el Nobel de verdad me llevo este texto y lo comento como anécdota curiosa.:P

Un abrazo coleguilla. Nos vemos mañana ;)

weiss dijo...

"Yo con ese mismo texto hubiera aludido a mi de viejo, senil perdido hablándole a un mendigo o a algún nieto que no pudiera escapar de mi coñazo infinito"

Pues precisamente ésa era una salida tentadora; había barajado la posibilidad de situarte en el Psiquiátrico de Huercal-Olvera, soltándole toda la parrafada a una selecta concurrencia de esquizofrénicos babeantes, pero me pareció en exceso mordaz. Lo cierto, en cualquier caso, es que el recurso al despertar está más que trillado, y desmerece notablemente el resultado, ahí he de darte la razón. Enga, pues mañana nos vemos, jijiji.

weiss dijo...

Ah, gracias por las fotos; estaba impecablemente maquetado, pero así con las fotos gana mucho. Aunque, ¿no sería mejor que una fuese de Estocolmo?

Ángel Vela dijo...

Pues precisamente ésa era una salida tentadora; había barajado la posibilidad de situarte en el Psiquiátrico de Huercal-Olvera, soltándole toda la parrafada a una selecta concurrencia de esquizofrénicos babeantes, pero me pareció en exceso mordaz.

Para nada, un final mucho más adecuado, jajajaj

te dejo un posible final escrito a vuela pluma:

Antes de que los celadores redujeran a la aullante marea de enfermos y deficientes mentales, Ángel Vela les gritó desafiante, mostrando con orgullo un premio Nobel que el mismo tuvo a bien fabricar con cartones y papel charol. Mientras se alejaba, rió a mandíbula batiente, y junto antes de saltar por la ventana, sin más protección que su bata, besó los labios de Amada, su Amanda; jugosos y húmedos labios llenos de babas que no eran babas.


Como otros grandes que le precedieron se quitó la vida, incapaz de tolerar por más tiempo la insensibilidad humana.

francoix dijo...

Muy bueno Ernesto, ha habido momentos que me perdía en el texto con tantos adjetivos... ¡¡¡Señal de que has copiado el estilo a la perfección!!!

Palabras, tengo muchas fotos de Estocolmo, y también del ayuntamiento; lugar donde dan el Nobel, por si te interesa familiarizarte con el entorno.

weiss dijo...

Hombre, Fran, me alegro de que te haya gustado; el estilo, en efecto, tiene evidentes reminiscencias al inefable Palabras. Ah, y pa que veas que el texto está currao, el Nobel de Literatura lo dan en ese sitio, la Sala de Concietos de Estocolmo. Hasta me documentado y todo...

Victor Mancha dijo...

Genial el texto, pero sobre todo, impagable esa primera foto, con groupie incluido XD

weiss dijo...

La foto de cuándo es, Ángel? Tiene que tener tiempo

Miguel dijo...

oh mon dieu!

Manuel Mije dijo...

Tabasco, tabasco bajo las letras, jeje...

Me gusta la otra foto que elegiste, Tibu,pero sin duda sigo quedándome con la de "el pensador"; mucho más propia, dónde va a parar... jejeje...

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