sábado, 27 de septiembre de 2008

La esencia del Héroe

El Héroe entró en la Sala de las Cien Columnas, en el corazón de la Montaña del Aullido, para afrontar su Destino. Al final de la ciclópea estancia, fátuamente iluminada por brasas moribundas, le aguardaba el autoproclamado Amo de las Penumbras. Para llegar hasta él había atravesado el Desierto de Ceniza y el río Sambantión, vencido a fomores y cinocéfalos, burlado a súcubos y cazado a un catoblebas con una red de hilo de araña tejida por la Reina de las Amazonas. Incluso había logrado abatir a flechazos al wyrm del Bosque de Cristal, hazaña digna de figurar en los Anales de la Ciudad Esmeralda.

Todo lo había hecho para llegar a ese instante. Blandiendo la Espada de los Cuatro Filos, rescatada en la Gruta del Viento, se aproximó al Enemigo como el lobo al cordero. El Amo de las Penumbras había escogido para la ocasión un aspecto que al Héroe se le antojó patético: un anciano de largas barbas grises, vestido con una raída túnica de la extinguida Orden del Prisma Negro. El Héroe hubiese preferido acabar con él en la forma de un dragón o un licántropo bicéfalo, para que así alcanzase la victoria tras una épica lucha... pero quizás -pensó aliviado- aquel nigromante centenario había agotado ya todos los trucos para lograr frenarlo.

Cuando estuvo a su altura, tras subir una larga escalinata que llevaba hasta el trono que presidía la sala, El Héroe levantó el poderoso brazo para lanzar un golpe capaz de partir en dos un árbol. El Amo de la Penumbra lo miró condescentiente: tenía por cierto el triunfo final. No era el primer Héroe de pacotilla, Hijo de los Dioses, Elegido de la Fortuna y bla-bla-bla-bla, con el que se las veía cara a cara.

Todo estaba previsto. Hasta el más mínimo detalle de aquel enfrentamiento había sido orquestado por su maligna mente. Antes de que la Espada de los Cuatro Filos le separase la cabeza del tronco, en las Tierras Remotas de las que provenían los Héroes, eran exactamente las 6:59. En la habitación de aquel que tenía enfrente estaba a punto de sonar el despertador.


Relato publicado originariamente en:

http://palabrasmicrobioticas.wordpress.com/2008/06/04/la-esencia-del-heroe/

7 comentarios:

J.E. Alamo dijo...

Muy, muy bueno. Me ha encantado. Felicidades.

Vito Márquez dijo...

Muchas gracias!

Ángel Vela dijo...

Saludos Vito, como sabes este texto ya lo leí y creo que comenté en tu blog.

Muy curioso, y como otros tantos muchos, con un acusado sello personal.

Nos leemos ;)

Morti dijo...

Este también lo leí y creo que también lo comenté de todas maneras es magnífico.
Un abrazo

Manuel Mije dijo...

Jaja, muy bueno, Vito, muy bueno.

Vito Márquez dijo...

Gracias por los comentarios!

No es exactamente el del blog. Pulí el texto un poquillo.

Nogales dijo...

Muy simpático Vito, ese hechicero lo planeo todo para que sonase el despertador antes de ser aniquilado, ja, ja, ja.

nos vemos.

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