sábado, 24 de abril de 2010

Metro nocturno


La noche se precipita como ave oscura sobre Madrid, las horas extras en la oficina han resultado castigo más que suficiente como para encima tener que regresar a casa en el último metro. La estación parece un cementerio, el silencio se ha apoderado del lugar. Supongo que el tren pasará dentro de unos minutos. Acorto la espera leyendo un rato La sombra sobre Innsmouth.
El chillido del tren me avisa de su llegada, levanto la mirada del libro. Las puertas se abren, dentro sólo hay tres personas, dos hombres y una mujer de cabello rubio, que en seguida fija sus ojos de muñeca en mí.
El tren se pone en marcha. Ignoro la insistencia de la mujer sumergiéndome en las páginas del libro, o por lo menos lo intento.
Los ojos azul muñeca no dejan que me concentre, me observan de una forma que nunca había sentido, como si quisieran decirme algo o pedirme que haga algo por ella, pero está agarrada tan fuertemente por sus dos acompañantes que no se atreve a abrir la boca. Sólo sus ojos aterrados, abiertos de par en par. Vuelvo al libro para no pensar en esos ojos azules que espían todos mis movimientos apenas sin parpadear. Temo que pueda reconocer mi miedo.
Una nueva parada.
Alguien se acerca corriendo por las escaleras, un hombre de unos treinta años aligera el paso y de un salto se monta en el metro. Trae una sonrisa puesta. Su primera mirada es para los tres pasajeros siniestros, se detiene un segundo en la mujer y en sus ojos de muñeca. La cara del hombre inmediatamente cambia de expresión y pierde la sonrisa. Se sienta a mi lado sin apartar la mirada de la mujer. Puedo oler su miedo. Lo tengo tan cerca que no sé si preguntarle qué demonios ocurre. Antes de que pueda decir nada, se vuelve hacía mí y me susurra al oído:
-En la siguiente parada, por favor, bájese conmigo…- sin dejar de controlar a los otros tres pasajeros con el rabillo del ojo.
-¿Por?
-No pregunte…ahora no…
Despliega el periódico que lleva bajo el brazo, mirando disimuladamente por encima de vez en cuando a la mujer. No sé qué hacer, si seguir su consejo y bajar del tren o quedarme de nuevo a solas con esa gente.
Una voz mecánica de mujer, la megafonía del tren, nos avisa de que en breves instantes pararemos de nuevo. El hombre se levanta y, sin dejar margen a que reaccione, me coge del brazo y me arrastra a la salida. Cuando el tren se detiene, ambos bajamos con prisa.-¿Me puede decir qué está haciendo?- le pregunto algo molesta.
El hombre tiene el rostro desencajado, con una voz temblorosa me dice:
-Perdona… que la haya sacado así del tren. Soy médico y enseguida me he dado cuenta de que la mujer estaba muerta. Los dos hombres simplemente la estaban sujetando…
Me alejo de la estación sintiendo todavía el peso de esos ojos de muñeca.
Ganador exequo del
1er Certamen de Halloween de Locus Literario
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2 comentarios:

Sharly dijo...

Bonito micro, realmente bueno.

Ángelicaladas dijo...

Jo, con el final. Me había imaginado una docena de hipótesis... todas menos la que resultó.
Poco tétrico, pero efectivo jajajaja.

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