viernes, 15 de enero de 2010

Pecado original

Confieso mi lejanía infinita de la religión católica.

Creo que, de haber sido obligado a elegir una religión al nacer, para adoptar como propia, me hubiera sentido mucho más atraído por el budismo, aún estando bien lejos de tomarlo como religión de forma voluntaria.

Nos ponen en este mundo sin que nadie nos pregunte. Nos plantan en una ciudad, en una familia, con un físico y un intelecto, sin darnos un manual de instrucciones.

Con el paso de los años entendemos que esta existencia, no solicitada, es además caduca. Y que no hay nada que hacer contra ello.

Títeres, se podría llamar la película.

La religión católica, para más inri (nunca mejor dicho), nos coloca otra mochila más a trasportar: El pecado original.

No vale con haber aparecido sin haber sido preguntados, ni saber que por muy bien que hagamos las cosas nuestro destino es morir, sino que además nacemos pecadores.

El drama, a mi entender, pasa a ser cómico.

Claro, eso sí, pórtate bien y entonces encontrarás el perdón de tus pecados y la vida eterna.

La vida eterna…La vida mundana, la que sí sabemos que existe, porque la pensamos, sufrimos y disfrutamos, ya es suficiente prueba como para andarla con cadenas de más y amenazas subterráneas.

La bondad, para mí, es la única clave. No podemos pretender que existan seis mil millones de ‘Vicentes Ferrer’, no aspiro, porque yo soy el primero que no tengo la fuerza, ni la calidad humana suficiente, en abandonarlo todo por los pobres, por los que sufren. No creo que ese espíritu, además, case con la naturaleza humana, demasiado imperfecta sin necesidad de pecados originales.

Buscar la santidad, la perfección, es encontrar la frustración.

La bondad como clave en el sentido de actuar teniendo como lema el hacer por los demás lo que te gustaría que hicieran por ti. Sencillo. Con el más cercano, con tu gente, en tu barrio, en tu trabajo… La bondad es una cualidad difícil de trabajar pero enriquecedora al máximo.

Es cuestión de ponerse a ello, y las marionetas comenzaremos a sentir menos tensas las cuerdas que nos manejan.

Lo que tenga que venir después, vendrá… no hay que preocuparse, porque no nos preguntarán.


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