viernes, 15 de enero de 2010

EL SÍMBOLO PERDIDO… y que debería haber permanecido perdido (Dan Brown)

Acabo de terminar la última novela del aclamado por las masas Dan Brown y creo que puedo considerarme un ermitaño aislado en lo alto de una columna porque menudo libro.
He leído las dos novelas anteriores —supongo que algo de “masoca” debo tener— y tenía interés en ver con qué iba a salir ahora. Además, si quería dar una opinión con fundamento, tenía que sacrificarme —qué palabra más apropiada para este libro— leyéndolo. Y eso es lo que he hecho en estos días.
Empezaré dorándole la píldora al autor del que sé que nunca leerá esta reseña por lo cual puedo explayarme sin miedo a represalias. Hay una cosa —solo una, ¿eh?— que puede resaltarse del libro —y que por otro lado me jode porque significa que algo sí tiene que hacer bien este hombre a la hora de escribir—: se lee rápido, en cuatro días me lo he ventilado. Pero para que esta circunstancia se produzca, el que aceptes pulpo como animal de compañía se puede considerar como un esfuerzo ínfimo en relación con lo que exige esta novela.
Antes de ponerme a teclear esta reseña he dedicado parte de la tarde a ojear los comentarios de otros lectores y sus opiniones sobre el texto. He de confesar, que tras leerlos he llegado a pensar que yo he leído otro libro —os recomiendo echar un vistazo a las opiniones de la casa del libro—, de ahí el comentario irónico del primer párrafo, pero os diré los motivos causantes de tal descontento.
Como anécdota decir que el ayuntamiento de Washington o la entidad que se encargue del turismo en la citada capital, habrá cobrado una pasta a costa de dejarse copiar la guía turística de la ciudad y sus monumentos. Existen capítulos en los que las dosis de Wikipedia y Google se encargan de darles una entrada tela de “culta” describiendo edificios, plazoletas y calles —del capitolio he echado en falta una visita a los retretes—. Esas mismas fuentes también han formado parte de la “super ciencia” de Katherine y el batiburrillo sobre masonería, religiones y científicos que aparecen a lo largo de la novela —la tropa de “negros” documentalistas que habrá tenido detrás el autor seguramente será más grande que la cola del paro en España—. ¡Dios!, que saturación de información tan dispar metida con calzador, para acabar con una diarrea mística final que bien se la podría haber ahorrado el autor.
Y ahora me gustaría decirle unas cuantas cosas al autor que estará repantigado tan pancho en el sofá de su mansión repampinflándole mi opinión:
¿Por qué narices no te has molestado en ocultar, aunque solo sea un poquito, los trucos para captar la atención? Vale que dejes un capítulo en suspense, pero hacerlo en todos los del libro me parece algo excesivo. Y respecto a usar la técnica de “¡uy lo que me ha dicho!” Sin decir lo que han dicho hasta las treinta o cuarenta páginas siguientes —recordando “uy lo que me ha dicho” cada tres o cuatro—, me parece que es jugar sin demasiadas contemplaciones con el intelecto del sufrido lector que ya tiene demasiado que soportar con una trama cogida con alfileres y entradas espectaculares de personajes con la información necesaria en el momento apropiado.
Y hablando de trama, ¿te has planteado que alguna subtrama no tenga que ser más espectacular y menos creíble que la anterior? Que se nombra la ciencia antigua, pues monto un “superlaboratorio” que ni el del CERN, oiga. Y si hay ese super… pues meto una superpirata capaz de hacer un superprogramita… y la CIA con su superpoderes y su ama del calabozo particular… y en medio de todo un Robert Landong que no se entera de nada y se pasa casi toda la novela haciendo de sherpa con una pesada carga…
Sí, puedo seguir y seguir largando de la novela, pero ya no puedo hacer nada para evitar… ¡que la lea! Pero ustedes… avisado estáis.

SINOPSIS:
¿Existe un secreto tan poderoso que, de salir a la luz, sea capaz de cambiar el mundo?
Washington. El experto en simbología Robert Langdon es convocado inesperadamente por Peter Solomon, masón, filántropo y su antiguo mentor, para dar una conferencia en el Capitolio. Pero el secuestro de Peter y el hallazgo de una mano tatuada con cinco enigmáticos símbolos cambian drásticamente el curso de los acontecimientos. Atrapado entre las exigencias de una mente perturbada y la investigación oficial, Langdon se ve inmerso en un mundo clandestino de secretos masónicos, historia oculta y escenarios nunca antes vistos, que parecen arrastrarlo hacia una sencilla pero inconcebible verdad.

Con la ayuda de Katherine Solomon, hermana de Peter y experta en ciencias noéticas, Robert Langdon tiene doce horas para salvar a su amigo y, al mismo tiempo, evitar que uno de los secretos mejor guardados de nuestra historia caiga en las manos equivocadas...

El código Da Vinci fue un fenómeno mundial que convirtió a Dan Brown en el maestro absoluto del thriller. En esta nueva obra, Robert Langdon regresa para retar a los lectores con una historia inteligente y de ritmo vertiginoso que ofrece sorpresas en cada página. El símbolo perdido es lo que los fans de Dan Brown estaban esperando: su novela más emocionante.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, mi nombre es Encarni y ayer por la noche me acabé " El Símbolo Perdido", y me quede con una sensacion super extraña, de como cuando no sabes si lo que has leido lo has entendido a la perfección o si por el contrario no te has enterado de nada. Sin duda alguna leyendo lo que has publicado, estoy totalmente de acuerdo contigo. Tanta palabreria para al final...nada. Incluso el malo malísmo al final hace un papel que es no ni secundario, vamos que se lo podía a ver ahorrado, pero claro supongo que sin él no tendría tanta intriga. Mi conclusión es que no me ha gustado, que me ha parecido muy muy densa, con demasiada información que aporta lo mismo o que no aporta nada, para que despues de todo el final sea un bodrio. o al menso esa fue la sensación con la que yo me quede. Creo que el libro peude estar enfocado mas hacia ser llevado al cine, ya que creo que le sacaran mucho mas partido.

Anónimo dijo...

... No hace falta tragarse las películas de Barbie o las de Crank para saber que son una mierda... Yo en tu lugar no volvería a perder el tiempo de esta manera y no le volvería a dedicar una entrada porque cualquier publicidad ayuda a difundir estas mierdas.
Hay cosas que es mejor dejar pasar hasta que se olviden... (creo, vaya).
¡¡Muy buen blog!!
A.Z. Laun

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