―¡Qué rica carnaca! ―dijo ella―. ¿Qué es?
―Lince ―confesó.
―¿Lince? ―Sorpresa―. ¿No están en peligro de extinción?
―No, ya no. ―Sonrió perverso―. Come con tranquilidad y orgullo.
―¿Orgullo? ―relamiéndose el pico.
―Sí, claro, orgullo ―el buitre estaba eufórico ante la satisfacción de su invitada―. No todos los días puedes comerte el último ejemplar de una especie.
5 comentarios:
Sentí lo mismo cuando me comí el último Dodo.
Saludos.
Me gusta, es perverso !
Que tal ese Dodo?
¿El Dodo? Al ajillo, y exquisito.
Hmmmm lo del Dodo tiene que ser muy sabroso.
Gracias por leer.
Triste realidad la que se refleja en esta fantasía.
Saludos
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