sábado, 8 de agosto de 2009

La Columna OcioZeta-Sevilla Escribe, "Yo, Fosco"



De un tiempo a esta parte, y debido a cierta misión encomendada a mi persona por el pirata Kachi Edroso, me he visto envuelto en más de un debate acerca de los límites, características y particularidades, de un género literario al que unos descerebrados dieron por nombre “Fosco” (y según me dijo el propio pirata, no soy el único que ha pasado por esto). Para definirlo podría bastar con decir que más o menos es lo que siempre se ha llamado Fantasía Oscura (o “Terror Mariquita”, como le gusta decir a Juan Díaz Olmedo), dejando un buen margen para que la gente juegue a su gusto con ese “más o menos”, y extendiendo el concepto hasta tocar también el Terror puro y duro. Con eso nos podríamos quedar tan panchos, pero ya que estamos, y con el conocimiento de causa que supone el ser uno de esos descerebrados que participaron del bautismo, me voy a permitir la veleidad de hablar sobre el género Fosco.


Lo primero que podría decir, aunque algunos seguro que no comparten mi opinión, es que el llamado género Fosco no existe, y digo que no existe por el simple hecho de que ese tipo de literatura ya tenía un nombre previo que no era otro sino los ya mencionados de Fantasía Oscura y Terror. Pretender su existencia sería lo mismo que pretender la existencia del “Patrico” por el simple hecho de que mucha gente usara el nombre de esa marca para referirse a la gomina. La gomina es la gomina, y tú la llamas como te dé la real gana (siempre que consigas que te entiendan, claro).


Siendo esto así, aquí podría terminar con mi disquisición repitiendo lo ya repetido más arriba: Fosco es lo mismo que Fantasía Oscura y Terror juntos; punto pelota. Pero esto no serviría para nada, sería como pasarle el muerto a otro, y hoy estoy de ánimo como para seguir adelante y meterme en zarzales que en muchas otras ocasiones evitaría.


Vamos a suponer que existen suficientes diferencias entre el Fosco y la Fantasía Oscura extendida hasta el Terror como para suponer que el primero es un género independiente, con sus propias características. Para tener una primera aproximación a este nuevo género lo mejor que se puede hacer es irnos directamente al prólogo de la primera obra de la literatura universal que cultiva el género fosco (al menos conscientemente), que no es otra que “El desván de los cuervos solitarios”. Magna obra, sin duda, y con prólogo muy chulo (para mi gusto), a cargo de mi amigo Miguel Puente. En él se trataba de sentar las bases, de definir, lo que es el género Fosco, y quizá las claves del texto se pueda decir que son estas: “se decidió crear un término nuevo que diese cabida tanto al terror como a sus múltiples variantes: horror gótico, humor sórdido, CF oscura, intriga sobrenatural y cualquier temática que ahondase de alguna forma en la atmósfera oscura… historias que no podían considerarse dentro del género de terror, pero que estaban claramente influenciadas por él, en mucha mayor medida que el resto de géneros conocidos…”. Según mi forma de verlo, con esto, y añadiendo que se puede considerar de género Fosco un relato que encaje sin desentonar con los relatos de esa primera obra conscientemente de género Fosco de la literatura universal (lo repito porque me resulta muy gracioso leerlo, y me resulta muy gracioso leerlo porque en cierto sentido es verdad), debería ser suficiente para que nadie se confunda. Pero no, qué va, la gente tiene el perverso don de liar las cosas que no se pueden liar, de buscarle tres pies al gato y los cojones a la burra, qué le vamos a hacer.


De acuerdo, esa clara definición al parecer no es tan clara, algo tan simple como comparar un relato con los contenidos dentro de “El desván de los cuervos solitarios” tampoco (aunque aquí entiendo que la subjetividad ha metido la mano). ¿Qué hacer? Sólo se me ocurre una cosa, revelar el secreto del que soy partícipe por haber formado parte de aquella primera alineación del Círculo de Escritores Errantes, tirar de la manta, explicar el porqué de haber acuñado dicho término, ir al principio…


… Érase una vez un grupo de jóvenes aficionados a la literatura que solían hacer acto de presencia en una taberna de Internet llamada OcioJoven. Las filias, moneda común en cualquier sitio en el que coincidan personalidades con cierta afinidad, hicieron que se establecieran los suficientes lazos entre estos individuos como para terminar cristalizando en la formación de El Círculo de Escritores Errantes, y el inicio de lo que sería su primer proyecto literario. Aquel proyecto, que nació ya bautizado con el nombre de “El desván de los cuervos solitarios”, consistía en un aporte de relatos (dos) por parte de cada uno de los miembros, una selección interna del mejor de cada par, y la autopublicación del conjunto. La temática elegida para aquella antología fue… Terror. No Fantasía Oscura, no Fosco (¡el Fosco no existía!), sino Terror. Después de meses de escribir, comentar, aportar ideas, correcciones y demás, por fin se tuvo un conjunto de nueve relatos que nos parecía lo suficientemente interesante como para publicarlo. Entonces surgió un problema: la supuesta antología de Terror contenía dos relatos objetivamente encuadrables dentro del género y otros siete que… más bien no. Aquello había que solucionarlo de alguna manera, porque ofrecer una antología de Terror sin apenas relatos de Terror es una manera muy fácil de decepcionar y disgustar a la gente, sin importar la calidad de los relatos en sí. ¿Qué hacer? La solución surgió de alguna de aquellas perversas mentes (no recuerdo cuál o cuáles) y fue algo tan simple como crear un género ad hoc que pudiera englobar todas aquellas obras sin pillarnos los dedos… y aquí paz y después gloria. El uso de la palabra Fosco para nombrar aquel género recién inventado fue cosa de Miguel Puente (de esto sí que me acuerdo), y él mismo se encargó de crear el prólogo. Una vez lo leímos nos gustó, y además descubrimos que lo que nació como simple excusa para solventar el problema también funcionaba como juego con el lector y placentero ejercicio de chulería: ¡habíamos patentado un género literario!


En fin, a la luz de esta confesada génesis de la denominación “Fosco” supongo que ya es el momento para preguntarle al lector: ¿qué es género Fosco?



¿Aún no lo sabes? Bien. Imagínate que tienes que escribir un relato de terror: comienzas con una idea más o menos definida, quizá te pongas a escuchar esa melodía adecuada que te mete en situación, te apropias de algún elemento del género, circunstancia, criatura, escenario, personaje o lo que sea, buscas un tono que consideras adecuado por ser desagradable, oscuro o siniestro, te sientas a escribir… y como eres un cachondo mental al estilo de David Valero Barjola, el Barón de la birra, o tienes un sentido del terror especialmente clásico, como Ernesto Fernández, o particularmente timburtoniano (toma palabro), como Kachi Edroso, tu relato, aunque en algo se parezca, Terror, lo que se dice Terror, lo que la gente espera encontrar cuando busca Terror de verdad, no es. ¿Y entonces qué es? Lo mismo es Fantasía Oscura, Terror Light o “de bajo octanaje”, o “cuento de miedo” en el sentido más infantil de la acepción, historia de misterio, quién sabe. Si no te quieres pillar los dedos creando expectativas equívocas, siéntete libre de decir que tu relato es de género Fosco; a unos tipos que yo me sé no les fue del todo mal.



3 comentarios:

Ángel Vela dijo...

Una columna curiosa y que creo que cumple con su función de sobra. Si la gente no se entera con esto, dudo que lo haga nunca, ejejeje


Un abrazo

weiss dijo...

Pues sí, coincido con Ángel, todo está muy muy clarito. Me parece muy buena columna y muy oportuna, a la vista de las dudas mostradas por un sector amplio (no sólo sevilla-escritoril, al parecer).

Manuel Mije dijo...

Pues yo, qué queréis que os diga, creo que con esto o con lo que sea que se escriba van a seguir persistiendo las dudas. Es lo que pasa cuando creas algo con los cadáveres de otros similares... que el resultado es un monstruo incontrolable...

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