domingo, 26 de abril de 2009

Recuerdos sobre Wyr

En una vieja posada, uno de esos edificios que mostraban a las claras que desde hacía años nadie se había preocupado por reparar sus desperfectos, tres hombres estaban dialogando al calor del fuego con una jarra de cerveza. Los dos posaderos, los hermanos Nirewalg y un joven arquero de paso por la región.
—¡Los guerreros invisibles son una leyenda! Nunca les ha visto nadie —comentó el joven.
—Puede… pero los cadáveres de sus víctimas son muy reales —el hermano mayor contestó casi sin alzar la voz aunque se percibía una nota de emoción en su frase.
—Sí, los desgraciados que se atreven a entrar en los bosques de Wyr suelen tener un final trágico —el hermano mayor recalcó ese hecho.
—Pero si nadie ha visto nunca a los agresores, pueden ser bandidos o renegados. ¿Por qué esa seguridad de que los guerreros invisibles son los atacantes?
—Tal vez sea porque nunca aparecen signos de que los asaltantes hayan recibido ni siquiera un rasguño.
—Bueno pero eso no significa nada, puede que se lleven a sus heridos.
—Es posible, pero es complicado que no aparezcan huellas de caballos o restos de sangre. ¿También crees que los borran?
—No sé, es un caso extraño. Desconozco la historia de la zona y por lo tanto no sé más que un montón de historias contradictorias sobre las selvas de ese territorio.
Se miraron con calma los dos hermanos y tras un leve guiño que su interlocutor no llegó a percibir volvieron a contar la vieja historia.

Glawerin el alquimista, noveno duque de Wyr era un hombre generoso. Alto, más de siete pies y rubio como el trigo. En sus tierras los siervos estaban bien alimentados y los impuestos eran bajos, la esclavitud no se permitía y la cultura florecía con fuerza en su castillo llegando a eclipsar en muchas de sus fiestas al Palacio Real. Sus vecinos envidiaban esa prosperidad y todo el mundo estaba convencido de que se debía a que el duque había descubierto la piedra filosofal, un día el señor de Wyr se presentó ante los guardias de su laboratorio muy contento, sus luminosos ojos azules brillaban como dos profundos lagos a la luz del mediodía y tras la alarma inicial de sus soldados les comentó con gran alegría que había realizado un descubrimiento increíble…
—¡La piedra filosofal! —interrumpió excitado el joven arquero.
—No, sólo era un tipo de cristal nuevo —le contradijo el hermano mayor.
—¿Y se alegraba por un trozo de cristal?
—No era un simple trozo de cristal —interrumpió el otro hermano— era moldeable, puesto al rojo se podía fundir y permitía hacer una coraza que volvía invisible a su portador. Cuentan que el uniforme de cristal reflejaba a la perfección cuanto te rodeaba, así te volvías casi indetectable…
—No es propio de un guerrero ocultarse ante el enemigo, los que usan esas argucias están más próximos al comportamiento de los brujos que al honor de los caballeros —dijo el joven.
—¡A veces es preciso usarlas! Si tu oficial te enviase a investigar a un campamento enemigo ¿no crees que desearías un traje que te ocultara de los guardias? ¿no te gustaría llevar algo que te fundiera con el entorno?
—Si, en ese caso supongo que sí —gruñó el joven arquero.
—Las armas no son buenas o malas, son las manos que las empuñan las que crean esa percepción. Si defiendes una torre y tus atacantes traen una balista, es un arma del diablo, pero si la tenéis los defensores y la usáis contra las torres de asalto es una bendición. Con los hechizos y conjuros ocurre lo mismo, si el que los lanza está de tu parte será bien recibido; en cambio si lo hace contra los tuyos, será un maldito hechicero sin corazón o peor aún un aprendiz de nigromante.
El joven agachó la cabeza a modo de asentimiento, sin duda los dos hombres sabían de lo que hablaban, sus rostros estaban surcados de cicatrices. Demasiadas cicatrices para dos simples posaderos…
—¿Qué ocurrió con el duque de Wyr? —preguntó el arquero.
—Cuando sus vecinos se enteraron del descubrimiento, la envidia que siempre tuvieron por las riquezas que creían ocultas en los sótanos del castillo de Wyr se hizo insoportable, en sus mentes decidieron que el descubrimiento era la excusa que necesitaban. Sus tres vecinos más poderosos, se unieron para atacar pero se encontraban temerosos del poder de destrucción que unos guerreros invisibles pudieran hacer entre sus tropas. Si cercamos el castillo y salen tropas invisibles que matan a nuestros hombres cundirá el pánico, tras un breve diálogo, decidieron sumar al ataque la traición.
—¿La traición? ¿A qué os referís?
—A que no declararon la guerra, en lugar de eso disfrazaron a sus soldados como comerciantes y acudieron a la feria de Wyr. La muestra de productos que se realizaba en el castillo era la mayor del reino, se cuenta que casi doblaba a la feria de la Capital, cientos de personas entraban en la fortaleza y su patio principal se convertía en un lugar bullicioso y alegre. Las bodegas se llenaban de los vinos más exquisitos y las tiendas tenían los paños más exquisitos. Eran tantos los visitantes, que las medidas de vigilancia se veían inevitablemente reducidas. Esa noche los fingidos comerciantes mataron a los guardas del portón, un numeroso grupo esperaba fuera a que les abriesen. Con la ayuda de los refuerzos que entraron, eliminaron a cuantos estaban en el castillo; éste fue reducido a cenizas y después como trofeos de guerra, fueron conducidos todos los siervos de las tierras a los mercados de esclavos de las tierras vecinas, así desapareció el ducado de Wyr.
—Es una triste historia. Pero, si ocurrió como decís… Los trajes debieron llevárselos los atacantes.
—Las armaduras de cristal nunca aparecieron. Quizás no las vieron… Quizás no supieron dónde buscarlas.
—Y si no aparecieron porqué se piensa que son ellos, porqué la gente reacciona así cada vez que atacan a cualquiera en las tierras de Wyr.
—Nadie sabe lo que sucede en esas tierras, columnas de humo se elevan por las noches aunque nadie ve a personas trabajando los campos o apacentando animales. Los bosques crecen sin que ningún leñador ose entrar a talar los árboles. Se dice que los osos de ese bosque, son los más fieros y grandes del reino, que están acostumbrados al sabor de la carne humana…
—¡Vamos! Todo el mundo conoce historias de esclavos fugados que se hacen fuertes en un bosque e intentan convertirlo en algún tipo de tierra maldita mediante mentiras y trucos.
—Es posible, pero no hay ningún grupo de esclavos que se haya declarado en rebeldía por esta zona, además no se conocen ataques de bandidos, por aquí los únicos asaltos son los misteriosos en tierras de Wyr.
—¿Y el Rey? ¿No dijo nada sobre el ataque?
—El duque era rico, no tanto como decían las leyendas, pero aún así era muy poderoso; el monarca le temía y probablemente sintió alivio cuando desapareció. Se comenta que el mayor de los hijos de Glawerin, estaba enamorado de la princesa.
—¿De qué princesa? ¿La que desapareció?
—En efecto. Esa es la parte más misteriosa de la historia; en los cuatro meses siguientes al ataque, los tres nobles organizadores murieron apuñalados mientras estaban en sus fortalezas y sin que nadie viera a sus agresores. Por su parte al monarca que los protegió le desapareció su hija más querida secuestrada en pleno palacio durante un baile.



Tras unos minutos de silencio del narrador, una bella mujer entró en la sala trayendo comida para todos…
—¿Abuelo por qué lloras? —preguntó uno de los niños que escuchaba al anciano que seguía vistiendo con orgullo su raído uniforme de arquero.
—No es nada pequeño —dijo mientras se secaba las lágrimas que le empezaban a brotar— es que acabo de recordar que el viejo duque tenía dos hijos y no me había dado cuenta que Nirewalg es Glawerin al revés.

5 comentarios:

Manuel Mije dijo...

Está bien el texto, me ha entretenido y se lee en un suspiro, pero me parece que falla el remate. Creo que desconcierta la aparición de la bella muchacha justo depués de haber nombrado a la desaparecida hija del rey, el enterarnos a esas alturas de que es la historia que cuenta un viejo sobre la historia que le contaron a él en su juventud, y el hecho de que llore, que no entiendo por qué lo hace. También me parece muy poco sutil lo del nombre tal como lo has metido. En fin, que me parece se ha quedado a un párrafo de cierre de ser plenamente satisfactorio...

Sharly dijo...

Celebro que te haya parecido fácil de leer, ese es mi objetivo principal cuando escribo. Respecto a lo del nombre te aseguro que no todos lo pillan, en cuanto al remate, no te digo que no deba que tocarlo más pero creo que como Guy a mí tambien me gusta dejar que mi lector rellene párrafos que tú echas en falta. En todo caso viniendo de tí la crítica me siento halagado de que te gustase ;)

Morti dijo...

Este me suena de haberlo leído en algún lado, pero de Sharly la verdad es que he leído poco o casi nada y no se de donde me sonará. En fin que me ha gustado me lo he leído en un momento y estoy de acuerdo con el mamoncete del canijo, aunque soy un poco mas condescendiente y te comenta que tal y como está tampoco es que sea muy malo ni perjudicial para la salud jejeje.
Un abrazo

Sharly dijo...

Celebro que te gustara y te pareciese fácil de leer Morti.
Nos leemos compañero ;)

Ángel Vela dijo...

Ese Sharly!!!!!!

Este si recuerdo haberlo leido en el foro. La verdad es que tiene su aquél. Aunque creo que la cosa daba para un poco más. Pero ya sabes de mi mania de alargarlo todo, jeejeje.

Un abrazo. Nos leemos

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