sábado, 17 de enero de 2009

El libro de Nobac (Federico Fernández Giordano)

No es un hecho inconfesable que las editoriales son empresas guiadas por el ánimo de lucro, y así, recientemente, algún editor me ha confesado que su oficio –en el que sin duda entran en juego la vocación y el amor a la buena literatura- consiste en encontrar buenas obras, y además, vendibles. U obras vendibles, y además, buenas, por este orden de prioridad, si bien el equilibrio en la proporción de estos factores variará notablemente según el caso que analicemos. Como es de imaginar, el todopoderoso Grupo Planeta no habría llegado a donde lo ha hecho si no fuese fiel a una ejemplar y ortodoxa filosofía empresarial, uno de cuyos principios fundamentales, como todos sabemos, es ni más ni menos que vender libros. No sorprenderá pues a nadie que su división de literatura fantástica, Ediciones Minotauro, venga a ser un ejemplo perfectamente válido de la puesta en práctica de esta filosofía. Y esto se hace evidente tras la lectura del título ganador en la última edición de su “Premio Minotauro” de novela fantástica, un libro… ¿bueno? Ante todo un libro vendible.




Autor: Federico Fernández Giordano nació en Uruguay, en 1977. A muy corta edad se estableció en Barcelona, desde donde lleva años dedicándose a los campos más diversos de la literatura: ha escrito cuentos de multitud de géneros, novelas, ensayos y crítica literaria; es un prolífico redactor de artículos en varios medios de internet, y hasta ha colaborado en alguna producción cinematográfica.



Sinopsis: Edgar Pym, autor por encargo, de vida disoluta y envuelto en una espiral de sequía creativa que le impide escribir sus propias novelas, es contratado por un misterioso anciano, el señor Valdemar, para que, con la ayuda de la atractiva periodista Lisa Lynch, deje constancia de su peculiar historia. Ésta está marcada por la insólita existencia de un libro en cuyas páginas viene plasmándose de forma automática e incomprensible, día a día durante las últimas décadas, la vida cotidiana del anciano. La relación de Valdemar con Nobac, un enigmático científico desaparecido años atrás, con quien compartió una singular amistad en su juventud, se manifiesta como pieza clave en la génesis y justificación de la existencia de este libro prodigioso. La narración del anciano y la búsqueda subsiguiente de respuestas a las cuestiones que ésta va dejando abiertas, conducen a Edgar y a Lisa a una investigación cuyas conclusiones trascienden la historia de Valdemar para abarcar los porqués de sus propias y particulares existencias.



Edición: “El libro de Nobac”. Primera Edición: Marzo 2008. Ediciones Minotauro S.A. ISBN: 978-84-450-7692-7.



Valoración: El punto de partida de la novela tiene el singular atractivo de las historias metaliterarias, así como el de su protagonista principal –Edgar Pym-, un arquetípico escritor antiheroico que despierta la simpatía del lector. La trama, cuyo arranque cumple con fidelidad lo insinuado en su sinopsis de contraportada, se diluye sin embargo a medida que avanza la narración. El oscuro pasado de Valdemar y la existencia del prodigioso “Libro de Nobac” pierden poco a poco peso, para dejar mayor –y quizás excesivo- protagonismo a las tribulaciones de Egdar en torno a su atractiva compañera, Lisa Lynch. A lo largo de su investigación, la figura del oscuro científico –Nobac- va perfilándose como eje alrededor del cual gira la trama, y acertadamente –sus extravagantes experimentos son de hecho la justificación de toda la historia-, si bien decepciona que el dichoso “libro” termine por convertirse en un exótico pero intrascendente elemento marginal. Su naturaleza última, para más inri, queda vagamente explicada con una impertinente apelación a lo mágico que no puede evitar despertar en el lector la sensación de haber sido engañado. El retrato de Nobac, un ambicioso y visionario profesor, ciertamente resulta de lo más sugerente. Innegable es su atractivo como protagonista central de una novela detectivesca planteada a la manera de ésta. No obstante se echa de menos una argumentación más sólida y una más clara justificación de las motivaciones de sus personajes, que terminan dirigiéndose a un desenlace sin duda coherente con el desarrollo de la historia, pero, como ésta en no pocos puntos importantes, manifiestamente forzado. Sorprende la cualidad de “El Libro de Nobac” para resultar, hacia el final de la novela, previsible al tiempo que desconcertante: “No tiene mucho sentido, pero tiene toda la pinta de resultar que tal y cual... vaya, en efecto, era eso”.

Hay que destacar en justicia su prosa, cuidada y con destacables detalles de evocador simbolismo, de concesiones a un lirismo suburbano ajustado a la medida, atrevido pero sin excesos, que retrata a un Edgar Pym –evidente el homenaje al ínclito Edgar Alan Poe- con el que el lector empatiza rápidamente. El eje de la historia -los experimentos del profesor Nobac- posee ese punto de trascendencia filosófica de gran potencial para el desarrollo de la novela, que se lee con avidez desde el principio hasta el último cuarto. Es hacia el final cuando la narración, más que desinflarse, se diluye.

En conclusión, un libro vendible: formalmente bien escrito, con unos personajes atractivos, un fondo sugerente y una trama potencialmente sorprendente, pero que Fernández Giordano parece no terminar de rematar en sus últimos compases, pecando de la siempre indeseable –y enormemente antipática para el lector- caída en el error del cabo suelto.


Autor: Ernesto Fernandez

Correo elctronico: ernst1976(arroba)hotmail.com


10 comentarios:

Ángel Vela dijo...

La verdad es que este libro de salida no me llamó la atención demasiado, y tras la reseña, pues casi que se confirman la sospechas de que no pasa nada si no lo leo.

francoix dijo...

Tengo dos ganadores de minotauros y ha sido cara y cruz. uno muy bueno (elde negrete) y otro bastante normalito (arsenal). Luego he leido el único finalista publicado (bastante entretenido) y otro no publicado que vera en próximas fechas la luz y que es muy ameno.
Pero al igual que Angel, éste no me ha llamado la atención. ¿Por qué será?

weiss dijo...

En realidad resulta interesante leerlo, aunque sea más que nada para hacerse una idea de lo que han valorado los jueces del concurso. En este caso, la lectura es un poco decepcionante por eso de que no termina de rematar, aunque no es un mal libro. Y no es largo, se lee rápido. Otro Minotauro que tengo es el de Negrete; ésa sí que es una señora novela -aunque, en efecto, aquel detalle del final... no sé, no sé-.

Ángel Vela dijo...

Está claro que cada uno puede hacer lo que quiera, pero en mi caso lo que piensen los jueces no me resulta un condicionante, y no creo que hubiera de influir a la hora de plantearse escribir.

Habrá jurados que tengan buen criterio y sean honestos. Pero está claro que los hay comprados o influidos por el amiguismo, o que tienes menos luces que una bicicleta.

Como sabeis mi experiencia en el tema de concursos es muy poca, pero visto lo visto, está claro que que el texto sea bueno es uno de tantos factores, y no siempre determinante. Una pena.

weiss dijo...

De todos modos lo de los gustos es cosa harto subjetiva, luego siempre será cuestión de probabilidad, nunca de certeza, ganar un concurso. Hombre, si mandas relatos a concursos será que tienes cierto interés en ganarlos, y el criterio de los jurados es bueno conocerlo y tenerlo en cuenta para arañar unos puntitos en ese juego de probabilidades. Y ojo: una cosa es poner cierta mala cara al observar la incompetencia de un jurado en concreto -como en el caso del Huétor Vega-, y otra dar por supuesto que todos son una panda de inútiles y sobornables anormales. Eso consigue reforzarte en tus posiciones pero no ayuda a pulirte como escritor. Hay que estar abierto a la crítica -no ganar un premio lo es en cierta forma-. La figura del genio incomprendido es más un mito que otra cosa.

Ángel Vela dijo...

No digo que no hubiera gente competente o buenos jurados, solo que hay muchos concursos que llevan un rollo muy comadrero. Y está claro que se manda para ganar y que te puede ayudar a pulirte, aunque no conociendo el resto de los relatos y las opiniones, salvo que ganes, no puedes saber si casi ganas o el tuyo fue la última mierda, o como en alguno que ya hemos hablado, el jurado simplemete no leía el tipo de literatura que tenía que evaluar.

En cuanto al escritor incomprendido, supongo que será más cosa de los que esten empezando y hubiera leido poco, o que estuvieran ciego perdido. Como ya hablamos en más de una ocasión, solo hay que darse una vueltas por los foros para darse cuenta de que ninguno somos un portento literario. Incluso muchos supuestos portentos del pasado se quedarían en muy poco comparandolos con según que escritores muchos menos renombrados.

Aunque como sabesis soy poco defensor de la literatura actual.

weiss dijo...

"solo hay que darse una vueltas por los foros para darse cuenta de que ninguno somos un portento literario".

Hombre, un portento lo que es un portento... psssch, con más de treinta tacos, si no hemos dao el palo, será difícil, pero un poquito hay que creérselo, ¿no? No comprendo el por qué de esa frase. ¿Tú lees por ahí muchas cosas que te "sonrojen", que te hagan pensar que eres muy torpe comparado con cualquiera de los fulanos que publican por ahí? Porque a mí me pasa muy rara vez (alguna sí, no te creas, pero ya te digo, hay que creérselo un poquito).

Belén dijo...

Compré este libro con mucha ilusión, precisamente para ver con qué tenía que "enfrentarme" en caso de decidirme a presentar mi novela la Minotauro. No puedo decir, más que me decepcionó un montón. Habrá gente a quien le guste y a quien no, pero desde luego no para ganar un premio tan prestigioso como es el Minotauro. He leído cosas muchísimo mejores y de autores noveles. Se te quitan las ganas de presentarte a concursos.

Manuel Mije dijo...

Buena reseña, Ernesto, y además te has mojado con ella. En fin, puede ser interesante leérselo por lo del criterio del jurado y demás, ya se verá...

Anónimo dijo...

El autor de esta novela no era un autor novel, había publicado un año antes otra novela, un thriller fantástico titulado Los justos, y su labor como periodista (no sólo en internet) y como colaborador editorial se remonta a muchos años antes. Ustedes escriben sin criterio y sin conocimiento. Afirmar que los "cabos sueltos" de una novela son algo negativo, deja bastante en evidencia al autor de esta reseña. Saludos.

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