Título: De qué hablo cuando hablo de correr
Editorial. Tusquets Editories
Pags: 230
Traducción: Francisco Balberán Pelegrín
Primera y segunda edición: abril 2010
Decir que en los últimos años Haruki Murakami ha pasado de autor minoritario y pseudodesconocido a ser un bestseller en nuestro país es decirlo todo y decir nada a un mismo tiempo. Sin embargo, la realidad es que desde que en 1992 Anagrama publicase La caza del carnero salvaje, el reconocimiento masivo al autor tardó varios años en llegar. No fue hasta la eclosión de Kafka en la orilla, y ya de la mano de Tusquets, en 2006, que se puso el nombre de Murakami en boca de muchísimos lectores que pronto investigaron ávidos en el resto de su literatura traducida. Por supuesto, este éxito del nipón degenera en críticas furibundas por parte de los defensores de una supuesta auténtica literatura a la cual al autor, según ellos, ni siquiera se aproxima. En su país de origen, de hecho, su obra recibe el apelativo de literatura pop por algunos sectores más recios de la crítica literaria, cuestión esta que podría no estar alejada de la realidad. La literatura de Murakami está transida de fantasía y cultura popular de nuestros días, hechos estos que, al parecer, no son dignos de la literatura más elevada que algunos defienden. La visión de Murakami, muchas veces radicalmente postmoderna, unida a su éxito masivo, le ponen en el punto de mira de tantos que entienden que sólo aquello que no triunfa a gran escala puede ser considerado con auténtico y digno.
Ahora, mientras esperamos que llegue a España la traducción de 1Q84, obra que se promete cumbre en la literatura murakaminia, Tusquets nos va haciendo la espera más sobrellevable editando algunas de las obras del autor que siguen ausentes de las librerías españolas. Así, llega hasta nosotros este ensayo, fechado originalmente en 2007, en el cual presuntamente Murakami expone su filosofía de vida y sus idea de la literatura, poniendo todo esto en relación con su pasión por las carreras de fondo. A priori, he de reconocerlo, la propuesta parece interesante. Uno no puede dejar de pensar en El arte de la novela de Milan Kundera, compañero de editorial del japonés para más señas, y esperar que alguien que ha escrito obras como La crónica del pájaro que da cuerda al mundo, o las citadas Kafka en la orilla y La caza del carnero salvaje, tenga mucho que decir sobre el arte de escribir, la inspiración, el tejido de una novela, los personajes... son tantas de las cosas que se puede hablar que el libro se plantea como algo imprescible para todo aquel que ha disfrutado de las obras del autor. Aquí os permito que me llameis freak, pero es así como me sentí ante el libro antes de abrirlo. Era como destapar la caja de Pandora...
... y salieron todas las enfermedades y todos los males que azotan a la Humanidad. Quiero decir, que de literatura y escribir habla de poco a nada. Cuenta algunas anécdotas al respecto, menciona algo sobre como empezó a escribir y hace referencia de pasada a sus primeros libros. Pero todo muy de fondo, en segundo plano, casi obligado por las circunstancias. Como si tuviera que introducir dichas referencias para hacer vendible el producto que realmente quería escribir y escribe. Un ensayo en el que reflexiona sobre cuanto le gusta correr y lo que supone para él participar en carreras de la larga distancia. Así nos cuenta varias marathones, un ultramarathón y su pasión más reciente por el triatlón.
Hay que decir en favor del autor que consigue hacer interesante y entretenido algo tan ajeno a lo que se esperaba del libro como pasar de un ensayo sobre literatura a otro sobre atletismo amateur. De hecho, a lo largo de las poco más de doscientas páginas se sufre con el autor, se viven las alegrías propias de finalizar una carrera de cien kilómetros y se penetra en una visión de conjunto del mundo y el devenir de los días bastante peculiar. Casi convence de que es bueno e interesante correr todos los días un rato y, una vez al año, meterse un marathón en el cuerpo (a ser posible el de Nueva York). Supongo que, en este sentido, cumple con los objetivos del autor, aunque decepciona en gran medida al que busca la prometida reflexión literaria.
En conclusión, si nos dejamos llevar únicamente por el título, De lo que hablo cuando hablo de correr, nos encontraremos con un libro que resulta honesto con el lector y que nos introduce en el mundo de un corredor de fondo aficionado que escribe libros. Pero si, imbuidos por las revelaciones sugeridas en las solapas y la contraportada, esperamos algo de más calado nos encontraremos parafraseando a Nietzsche: “¿Porqué tomamos a Murakami por profundo? ¿Será porque en él nunca llegamos a tocar fondo? Murakami no es ni tan siquiera superficial.”; y comprendiendo de qué hablan todos aquellos que hablan de Murakami como autor de literatura pop. Y ahora os dejo que me voy a ir a correr un rato, me he leído un libro sobre un escritor que es corredor de fondo amateur que me ha hecho picarme y empezar a correr yo también.
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