Y es ahora, cuando se halla cercano el ocaso de mi existencia, cuando brilla con más fuerza mi pequeña estrella. Fértil fruto de un inconmensurable cariño que tras la muerte perdura en mí, nutriéndose de bellos recuerdos que aún en mi soledad me hacen sentir dichoso y que me alentan cada mañana a confirmar la promesa que aquel día hice al amor.
Ella ya no está a mi lado, pero te tengo a ti. Tú eres la representación de ese sentimiento, la ilusión y el anhelo que pusimos en cada oración. Sólo la alegría de tu llegada pudo mitigar el enorme vació que dejó con su marcha.
Aún recuerdo aquella mañana, en la que tu llanto fue motivo de una alegría que arrebató a la muerte su protagonismo.
«¿Qué importancia podría tener para ella su llegada siendo sabedora de que antes de partir se había cumplido nuestro sueño?»
Te sostuve en mis brazos frente al cuerpo ya ausente, como la frágil prenda de un amor que, aún en su brevedad, fue la confirmación de una innegable verdad.
Muy lejos ha quedado el agridulce sabor que en mis labios dejo ese día. Y hoy sólo me apena el no poder compartir con ella la solemnidad de este momento.
«¿Existe algo más puro que el orgullo que siente un padre al descubrir que su hijo alcanza el despertar de la conciencia tomado el camino recto sin más ayuda que sus propias alas?»
Debo confesar que aunque con estas letras trato de reflejar el sentimiento de un corazón sincero, en ellas, al igual que en todas las que por mi fueron escritas, no encontrareis más que palabras.
Lanaiel, todos saben que eres mi hijo, y allá donde vayas bastará el conocerte para saber, sin lugar a dudas, que estas llamado a ser mi más hermosa creación.
Poema que Dalial dedicó públicamente a su hijo Lanaiel, el día que alcanzó la mayoría de edad.
Autor: Ángel Vela (palabras)
Correo Electronico: lanaiel(arroba)hotmail.com
0 comentarios:
Publicar un comentario