Otrora consagrado hidalgo de desmedido valor, y tan raudo como imperturbable en justas y batallas. A ojos vista, dechado de virtudes y paradigma a seguir para todo caballero que fuera desconocedor de que tras el laurel y la gloria se escondían crímenes, bellaquerías y abusos que hubieran conducido al cadalso a cualquiera nacido en el pueblo llano.

Del mismo modo viene a mi memoria el momento de la liberación. Aquella noche, ayudado por la profunda embriaguez que lo sumió en letargo, puse fin a tan ignominiosa existencia. Aún así he de decirte algo en honor a la verdad y para vergüenza mía. No fue el valor, ni los remordimientos lo que me llevó a privarlo de la sangre. Únicamente el miedo a la muerte me infundió esa determinación, ante la imposibilidad de seguir cumpliendo con sus oscuros mandatos.
Autor: Ángel Vela (palabras)
Correo electronico: lanaiel(arroba)hotmail.com
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