Ya todos los obreros estaban cerca de sus puestos, inmóviles, siguiendo mentalmente la cuenta reversa que dictaban los altavoces situados estratégicamente en diversos puntos de la planta:
… tres… dos… uno… Entrando en fase REM.
Y todo se puso en marcha. El silencio, perseguido por los pasos de los obreros, atrapado entre el crujido de los engranajes, se diluyó en la efervescencia de aquella actividad. En uno de los extremos de la oblonga nave un gran portón se abrió justo sobre la cinta transportadora central, y encima de ésta comenzaron a caer fragmentos de recuerdos, residuos de subconsciente, cadenas de ideas desestimadas. Las rápidas y precisas manos de los desechadores corrían gráciles sobre el caótico cardumen mental, apartando el material inútil y arrojándolo en cubas para desperdicios.
Un poco más allá, los selectores aguardaban a pie de aquella lengua de caucho la llegada del material que necesitaban. En su plan de sesión tenían apuntadas tres pesadillas, un sueño pesado, otro ligero, y una posible polución nocturna final. Por suerte para ellos, una vez apartadas unas cuantas sensaciones indefinidas y algunos momentos hilarantes, la noche de parranda les traía un buen cargamento de malestar físico, media docena de escenas oscuras y borrosas, un par de momentos de inquietud, y unas cuantas reflexiones desesperadas.
Los siguientes en entrar en acción fueron los trazadores, los verdaderos y únicos artistas de aquel lugar. Uno de ellos cogió una de las escenas que habían puesto a su disposición, una discusión acalorada entre varias personas de borrosos rasgos sobre un fondo de local oscuro y saturado de humo. Lentamente fue espolvoreándola con la deshidratación en curso que experimentada el sujeto, hasta que el paisaje quedó convertido en una extensión desolada, barrida por vientos cargados de polvo. Unas pinceladas de vértigo y fatiga transformaron las figuras de los litigantes en inciertas amenazas ocultas tras la cortina del árido viento. Y finalmente, iluminándola con sentimientos de impotencia y exclusión, la escena tomó sentido como penosa travesía desértica plagada de acechanzas.
Aún seguía el resto de trazadores trabajando es sus obras cuando aquella primera pesadilla pasó a manos de los lanzadores, que después de unos cuantos recortes de última hora y tras los ajustes temporales pertinentes, la conectaron al torrente onírico.
De nuevo sonaron los altavoces por toda la planta:
Atención: pesadilla en tres… dos… uno…
Todos detuvieron su actividad mientras un temblor, como un escalofrío violento, sacudía la nave de una punta a otra.
Aquella gran cadena continuó su marcha, con su ronroneo de motores y sus chirridos de poleas, flotando en un mar de golpes y barrida por cuchicheos que se alzaban aquí y allá. Y dos pesadillas más la sacudieron de un extremo a otro, y el sueño pesado cargó el ambiente de manera insoportable, hasta que la calma chicha del sueño ligero devolvió las cosas a su estado natural.
Los desechadores y los selectores ya habían acabado su tarea, y formaban corro junto a los trazadores que habían cumplido con su parte, observando con atención y reverencia al único de ellos por el que aún esperaban en su puesto los lanzadores. Era el más veterano de todos, una eminencia, y frente a él el recurrente problema de última hora: casi no quedaba nada con lo que recrear el último sueño. Apenas tenía una desangelada escena de persecución, un poco de desinhibición de fin de fiesta y algo de desorientación vital, y con ese exiguo bagaje tenía que afrontar el reto de la posible polución nocturna.
Tras pensárselo unos segundos, transformó el fondo en un laberinto de pasillos y habitaciones sin fin con la desorientación vital que le habían dejado, dejó desnudas a las dos figuras con un poco de desinhibición y, tras sacar un pequeño frasco que llevaba guardado para casos desesperados como éste, dejó caer sobre la escena unas gotas de esencia de un recuerdo lejano, de una amiga de la familia con instintos de iniciadora cuyo rastro ya casi se había perdido en la memoria. Después todos observaron en respetuoso silencio cómo los lanzadores engarzaban ese último sueño en el torrente onírico, y esperaron.
Primero se sintió una leve vibración, un cosquilleo que les subía por las piernas y que fue in crescendo paulatinamente hasta dominarlos a todos y hacerlos estallar en un gran “¡Oh!” colectivo.
Después vinieron las felicitaciones, los abrazos y los apretones de manos al gran trazador que una vez más y contra todo pronóstico había conseguido poner la guinda a aquella sesión de sueño, mientras todos recogían sus cosas y se prestaban a abandonar la planta animados por el último anuncio de los altavoces:
… tres… dos… uno… Abandonando fase REM.
Relato ganador del II Certamen Monstruos de la Razón, categoría Fantasía.
14 comentarios:
Premio más que merecido! Muy bueno, me ha gustado mucho... incluso es intrigante. Genial lo de los trazadores y sus herramientas... xD
Enhorabuena!
Un abrazo!
¿Generación Zero? ¿Eva? Qué passa, que vienes de incógnito para que el personal no sepa que frecuentas blogs de juerguistas y gentes de mal vivir, ¿no? jeje.
En fin, muchas gracias por pasarte y por tus palabras, me vedrá bien el chute de moral ahora que acabo de llegar del curro, ya tengo los "inspiradores" listos, y estoy dispuesto para atacar el especial navideño del perínclito Quique.
Un abrazo.
Demasiado, cada vez que me levante me acordaré de este relato. No me extraña que ganara. Congratulations Canijo!!!!!!
Gracias, copañero. Me alegra que te gustase, y ahora a darle a la tecla para la Crónica especial Navidad, a ver si con eso te sorprendo igualmente...
:S
Bueno, que no me di cuenta jajaj xD
Por cierto, me he visto ya todos los capis de "malviviendo" jajajaj xD qué cracks!! El negro es de Las palmas... yeah... para que veas cuánta gente buena... xD
Vaya, pues yo entre unas cosas y otras hace tiempo que no me veo ningún capítulo. Tendré que retomarla, que es muy buena serie y los capítulos son cortitos.
Y sí, el Negro es de por allí, pero para que veas dónde va la buena gente... a Sevilla, que es donde está rodada, jejejejejejejej.
Sin duda los tres ganadores (cada uno en su categoría) muy buenos, y este que me tocó clasificar en Fantasía, favorito número 1 desde que lo leí. Sorpresa después ver que era mi hermano Canijo quién se escondía tras esas líneas.
En breves te llegarán unos cuantos comentarios de aquello que me pasaste. ;)
Saludos desde Mañolandia
Fer
Buenisimo canijo.
Ahora sé porque me levanto tan cansado
Gracias Fer te debo unas birras por ello, jeje. Y bueno, la verdad es que te iba a preguntar por eso, me daba cosa la verdad, porque parecía que te metía presión, pero es que tengo curiosidad a ver qué te parecen esos textillos.
Un abrazo desde las zonas cálidas del mundo, jejejejejejej.
Mmmmm, te levantas cansado, ¿no? ¿Es que tú también te acuestas borracho perdido, igual que el personaje? Así me gusta, Fran, practicando el malditismo, jejejejej.
Gracias por pasarte, socio.
Francamente bueno Canijo, sin duda tú tienes un trazador magnífico que te ayuda a crear estas pequeñas joyas. Cuando estás inspirado enfrentarse a tí en un concurso es casi un suicido. Felicidades por el premio.
¡Ese Sharly!
Gracias por pasarte y por tus palabras de ánimo. Todo esto es cosa de los Retos, antes de OJ y ahora de OZ, la mejor manera de hacer dedos, con unos plazos y unas reglas que cumplir, y después a ejercitar un poco el comentario breve y ver cómo se ve lo tuyo desde otros ojos. Te animo a ello, Sharly, que sé que a ti te gustan mucho este tipo de juegos...
Ey!! canijo, muy wapo el relato, al principio me lié un poquitín y creí que se trataba de alguien muy pasado en una disco,pero luego ya le pillé la onda.
A veces me despierto de los fuertes temblores, "os odio trazadores, que no me dejáis dormir"
Un saludete compy :D)
Jejeje, una discoteca, ¿no? Qué va, de eso escribiré cuande se trate de una antología tipo "Visiones del Infierno" o algo así, jeje.
Un abrazo, golfo.
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