Giraban según un patrón predefinido. Se ajustaban ambos como si estuviesen realizando una danza con un ritmo y una armonía propios. El gran creador en su continua paranoia, temiendo retrasos y roces entre ambos, les entregó a cada uno un reloj para regalarselo a su pareja. La idea era armonizar y unir a la pareja, evitando de ese modo que los retrasos motivasen un mal funcionamiento y el nacimiento de fricciones entre ambos.Bien engrasada la convivencia entre los dos, nadie esperaba que esos dientes saltaran y se mordiesen entre ellos, nadie creía factible un error. Eran la pareja perfecta, la alegría de su creador; el engranaje que siempre funcionaba y al que los humanos en su manía por poner nombre a todas las cosas llamaron “El tiempo”.
Juan Astral - Habitación 127 2/2
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*Segunda y última entrega de la epopeya existencial de este pícaro moderno…*
Primera parte
Sugerencia musical para la lectura
—Vamos, yo es que ...
Hace 5 años
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