miércoles, 22 de junio de 2011

Antonio


El pulso de Antonio estaba desbocado, no conseguía calmarse ni aún sabiendo a ciencia cierta que el tío Paco estaba cargado de cadenas. Apretó con fuerzas el atizador del fuego que llevaba en la mano izquierda mientras giraba lentamente el oxidado y chirriante pomo de la puerta. Allí estaba el engendro redivivo, todavía recordaba el alivio que sintió cuando la vida abandonó al viejo facha y el día que lo enterró con sus propias manos. Pero parecía no haber muerto realmente. En sus ojos acuosos, carentes de vida, creyó adivinar el destello del reconocimiento, del odio. Su atávica enemistad seguía latente. Blandió, con tanta determinación como su pulso de anciano nervioso le permitía, el arma improvisada. El ser, cuyo proceso de descomposición no se había frenado, enseñó los dientes y la pestilencia de su aliento casi le hizo retroceder. Sacando fuerzas de flaqueza avanzó, levantando el hierro sobre su cabeza para conseguir más fuerza al primer impacto, hacia el encuentro definitivo con su antagonista.


Próximamente, en la editorial 23 escalones, PARA MI TU CARNE, primera antología de relatos zombis de Sevilla Escribe

5 comentarios:

La Super Solectocritora dijo...

Ya había leído este relato antes. Me alegra encontrarlo de nuevo. te invito a pasar por astinuspunk.com cuando quieras. Saludos. Ruth

Félix dijo...

Hola Ruth, me dejas un poco pasmado, ¿donde has leído el relato antes? Hasta donde, sólo se me ocurre una posibilidad y es más bien remota, a ver si he plagiado a alguien sin saberlo...

Gracias por tu comentario me pasare a ver tu web.

Pedro dijo...

Tranquilo, Felix. Seguro que es el típico caso de Deja vu, salvo que tengas doble personalidad, o algo así xDDD

Rocío dijo...

Aquello que tan profundo sentimos siempre nos acompaña en nuestro camino, en nuestro deambular por la vida y quizá hasta "después de ella". Lo hace, en ocasiones, de un modo oculto, otras veces del todo manifiesto y otras tantas bajo una apariencia distinta a cuanto lo origina. Somos aquello que sentimos y, de algún modo, el sentir de cada cual tiene una única esencia que impregna todos y cada uno de nuestros actos.

"En sus ojos acuosos, carentes de vida, creyó adivinar el destello del reconocimiento, del odio. Su atávica enemistad seguía latente."

"Sacando fuerzas de flaqueza avanzó, levantando el hierro sobre su cabeza para conseguir más fuerza al primer impacto, hacia el encuentro definitivo con su antagonista."

Me ha gustado este relato "micro" y separo y entrecomillo lo de micro porque, en mi opinión, sólo lo es en cuanto a la extensión de sus líneas, su historia puede ser tan grande como la de cualquier otro relato, "a secas".

Carmen Conde Sedemiuqse dijo...

Luz y oscorudad, el bien y el mal....
Vida y muerte.

las sombras del antagonista.

Besos y amor
je

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