viernes, 30 de noviembre de 2018

¿El tiempo es relativo? 3


Manolo sacó del bolsillo de su chaqueta la llave del sótano y la observó. En su cabeza salía de su cuarto avanzando a hurtadillas hasta la escalera. Al llegar a la planta baja veía a su padre leyendo 1Q84 de Haruki Murakami. Con mucho cuidado lo cruzaba sin alertar a su padre. Llegaba a la altura de la puerta de la cocina y escuchaba ruido de platos y agua cayendo. Su madre estaba fregando. Un poco más adelante se encontraba el sótano. Abría y se colaba en su interior. El golpeo de unos nudillos en la puerta lo sacó de su ensoñación.


-¿Sí? –preguntó.

-Soy yo –dijo su madre-, aquí te dejo algo de comer. No quiero que te mueras de hambre.

Lo había dicho todo sin abrir la puerta. Era su manera de ser dura pero a la vez benévola. Era así, fría y severa pero dulce y cariñosa. No quería un hijo blando pero tampoco quería un robot. Le daba la dosis de dulzura justa. Era su lema “dulce el justo que después empalaga”. Al abrir vio una bandeja en el suelo con un plato de macarrones con tomate y queso rallado y a su lado una botella de agua de 500 ml. Comió con parsimonia a la vez que hacía los deberes. Cuando terminó le quedaban un par de ejercicios de estadística. Los acabó cuando el reloj marcaba las cinco y diez. No era muy tarde pero en su mente seguía esa idea. Quería bajar al sótano. Allí tenía su escondite cual superhéroe del montón. Allí podía guarecerse de la mirada inquisidora y amenazante de sus padres. Y allí podía dar rienda suelta a su verdadera pasión, la ciencia. Con la excusa de estudiar más tranquilo y en silencio bajaba al sótano. La mitad estaba ocupado de trastos bajo sábanas, en la otra mitad un escritorio y una librería le servía para desviar la atención de sus padres que nunca se percataron que bajo dos sábanas estaban sus experimentos. Allí nunca tocaban y como él tenía la llave lo único que le pedían era que lo mantuviese en orden. Se levantó para estirar un poco las piernas y se dispuso a bajar para hablar con su padre y tratar de arreglar la situación. Estaba cerca de conseguir avances importantes y no podía permitirse un día sin bajar. Al acercarse a la puerta el pomo giró. Su padre estaba bajo el umbral quieto y sin decir nada se acercó y lo abrazó.

-¿Por qué nos pones las cosas tan difíciles? –le dijo al oído.

-Lo siento papá. –En realidad no lo sentía pero tenía urgencia por bajar al sótano.

-Hijo –dijo cogiéndole de los hombros-, solo quiero que seas un hombre de provecho. No quiero que estudies una carrera y no te sirva de nada. Escogiendo la misma que nosotros tienes trabajo seguro ¿sabes lo qué es eso? Tienes el mañana asegurado. Si quieres podemos hacer un trato.

-¿Qué tipo de trato?

-No me interrumpas, déjame terminar. Aunque tu madre y yo seamos totalmente contrarios a que desperdicies tu vida estudiando una carrera sin futuro estamos dispuestos a dejarte estudiar tu amada ciencia siempre y cuando acabes la carrera de historia y empieces a trabajar en la universidad. No podemos decirte en que malgastar tu tiempo libre.

-Joder papá, gracias –se tiró a sus brazos medio sollozando.

-Eso sí como nos llamen de la universidad diciendo que descuidas tus labores como docente o que te ven muy despistado se acabó.

-Vale ¿puedo bajar al sótano? –Manolo fue directo. No quiso andarse con rodeos.

-Claro hijo. Así me gusta, que empieces con fuerza y estudies. Baja que ya le explico a tu madre que solución hemos acordado.

Manolo salía de su cuarto raudo y su padre le llamó la atención. Al girarse le señaló el libro de historia. Al momento cayó en la cuenta de que con la emoción se había olvidado de su coartada. Bajaba para estudiar. Miró a su padre encogiéndose de hombros y sonrió.

-Lo siento. Producto de la emoción.

-No te preocupes. Te entiendo.

Agarró el libro y realizó el recorrido que antes había hecho en su cabeza. Sacó la llave del bolsillo de su pantalón y abrió. Estando ya abajo dejó el libro encima del escritorio y se acercó a una sábana color rosa. Tiró de ella y destapó lo que ocultaba. Había que ponerse manos a la obra.


1 comentarios:

Manuel Mije dijo...

Bueno, pues ya no va siendo tan spoiler lo que dije. Lo que me contaste de alargar las entradas le va a venir bien. Ah, y mírate el artículo sobre los guiones de diálogo, perráncano.

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