sábado, 3 de diciembre de 2011

Sin pistas, una broma holmesiana


Título: Sin pistas
Título original: Without a Clue
Año: 1988
Duración: 107 min.
Director: Thom Eberhardt
Guión: Gary Murphy, Larry Strawther
Música: Henry Mancini
Fotografía: Alan Hume

Reparto: Michael Caine, Ben Kingsley, Jeffrey Jones, Lysette Anthony, Paul Freeman, Nigel Davenport, ...

Sinopsis (extraída de Filmaffinity): El doctor Watson (Ben Kingsley), después de crear el personaje de Sherlock Holmes, tendrá que encontrar a un actor que esté dispuesto a encarnarlo. El propio Watson se encarga de contratar a Reginald Kincaid (Michael Caine). El problema es que el actor en cuestión es mujeriego, bebedor y vago. Muy pronto Watson tendrá que investigar un importante caso: el robo de las planchas de la casa del tesoro del reino Británico, con la inestimable e inútil ayuda de Holmes.




Una advertencia para quien se apreste a afrontar el visionado de esta película: quien sea un acérrimo de las aventuras de Holmes, y por demás, purista de miras pequeñas, odiará esta obra. Valga el aviso desde el inicio, y como tal (si eres uno de ellos) estás facultado para dejar de leer esta modesta reseña.

Partiendo de la única verdad sobre la que se sustenta el film, que el doctor Watson es quien escribe y reescribe las hazas de Sherlock Holmes, la cinta es una humorada desde principio a fin, un divertimento sin más pretensiones que el de hacer pasar un buen rato al espectador. Y a fe que lo consigue.

Señalar que la primera aparición del personaje de Holmes es su sombra. ¿Casualidad o efecto intencionado? Porque en realidad el personaje de Kincaid no es más que un pálido reflejo del clásico personaje creado por Conan Doyle.

La sombra de Holmes antecede a su primera aparición


Ya desde la escena inicial -ese robo en el museo- se advierte que será Watson quien saque las castañas del fuego a su compañero en más de una ocasión: al volcar una armadura sobre uno de los ladrones evite que éste hiera con una ballesta a Holmes Kincaid.

Al finalizar esta introducción, antes de que aparezcan los créditos iniciales del film, el supuesto detective afirma, en una auténtica declaración de intenciones: "He hecho todo lo que usted me dijo tal como usted dijo". Es menos palabras no se puede explicar la filosofía con que Thom Eberhardt dirgie este "Sin pistas".

Para colmo de males de los puristas que odiarán esta charlotada, este Holmes (bueno Kincaid haciendo de Holmes) no sabe tocar el violín, es un desastre con los experimentos químicos, bebe en abundancia y le gustan las mujeres, todas sin excepción.
El doctor Watson intentará hacer carrera como detective haciéndose llamar el Doctor del Crimen, prescindiendo por lo tanto de los servicios del actor. Él lo conseguirá en solitario. Pero ni el público ni los distintos clientes de Holmes se lo permitirán, acostumbrados a que sea el dueño de la pipa y el deestalker a cuadros el que resuelva los enigmas. Así que Watson se verá obligado a volver a contratar a Kincaid.

Apuntar otro chiste visual, toda una puñalada al mundo editorial. Porque el editor del The Strand, donde Watson publica sus historias (por extensión Conan Doyle), guarda tras unos libros de pega, una botella de licor. Hay mil bromas más que no destriparé para que las cate el espectador y disfrute de ellas.

Ahora os dejo con una secuencia de fotogramas de la película. Atención a los dos primeros, donde podemos admirar la belleza de Lysette Anthony.





2 comentarios:

mientrasleo dijo...

Qué recuerdos me has traído con esta película. La tengo en mi videoteca, me encanta. Me hace reir..
Gracias, acabo de decidir rescatarla un día de estos para la hora de la cena.
Un beso

Unknown dijo...

En efecto, los inflexibles la odiarán, pero a mí... ¡cómo me divierte!
Todavía hoy sigue viniendo la sonrisa a mi cara al recordar el gag del anagrama.
Buena recomendación.

Saludos

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