lunes, 30 de marzo de 2009

Injusta belleza

Cuando hablamos frente a frente vemos carne, pelo y ojos en el otro; cuando recordamos a alguien se nos viene a la mente una figura, una expresión, un rostro. Hacemos fotos de masa humana, vestida o sin vestir, para almacenarlas en bibliotecas de recuerdos más o menos visitadas.


Nos desarma una sonrisa de dientes blancos simétricos y desconfiamos del bizco, del calvo, del gordo. Unos ojos azules ganan puntos, unos centímetros de más también. Más barriga los quitan, más pecho los dan. Ante dos personas mediocres, damos nuestra confianza a la mejor trazada por la naturaleza.


Quien es guapo lo sabe y lo utiliza, y está en su derecho de hacerlo. ¡Qué enlace más alejado con lo que hay realmente en nuestro interior! Extraño juego el de ese caparazón que arrastramos con suerte dispar, que nos define, determina, encorseta. Gente que siente como cárceles su cuerpo, como castigo sus facciones.


Tampoco al nacer se nos permite elegir nuestro intelecto, sensibilidad o fortaleza de carácter, aunque son cualidades quizás menos complicadas de trabajar o justificar, de hacerlas evolucionar sin ser rehenes de una mesa de quirófano.


La persona guapa tiene un don. No es posible negarlo. En ella está el saberse con ese talento y usarlo bien.


Del mismo modo que la belleza aporta felicidad y autoestima, conlleva consigo una maldición. Y todos la conocemos: cuanto más hermoso es alguien, más duda tendrá esa persona acerca del verdadero amor con que el mundo exterior le obsequia.


Cuanto más sublime la belleza, más frágiles los cimientos del cariño desinteresado recibido.



La Columna OcioZeta-Sevilla Escribe, "Mundos clónicos"



Tenía yo en mente una reflexión estos días a propósito de la práctica de esta maravillosa afición -la escritura- que deseo compartir en especial con todos aquéllos que, como servidor, gustan de escribir historias encuadrables en lo que viene a llamarse "Literatura Fantástica". De seguro que no soy el primero en llamar a la atención sobre este particular, mas he de confesar que me sorprende no encontrar con más frecuencia reflexiones en esta línea: si escribes fantasía, utilízala.


Los clichés en los géneros literarios son tan frecuentes que, a menudo, una obra no se considera parte de uno u otro sino por la concurrencia de estos mismos clichés. Todos reconocemos elementos ya tradicionales en las narraciones de fantasía épica, ciencia ficción, terror o género policíaco, que han llegado a convertirse en algo más que en señas de identidad para terminar por definir al género mismo. Las grandes obras consagradas son útiles como referencia, y los elementos formales de una historia, por ejemplo, de terror, por repetitivos que en ocasiones resulten, sirven asimismo para que los lectores identifiquen la línea, el género, de tal o cual novela, respecto a la que ya se guardan ciertas expectativas antes de leerla. Por cuanto una mayor definición del contexto facilita el trabajo del escritor, también éste encuentra provechoso tomar ciertos referentes como ingredientes para sus historias. No obstante, y más tratándose de "Literatura Fantástica", por momentos llega a incordiarle a uno encontrar tal cantidad de evidentes reescrituras de la misma memorable y archiconocida obra, "reinterpretada" sin la menor discreción ni respeto hacia el público hasta el aburrimiento.


¿Por qué, en particular, se insiste en reescribir una y otra vez "El Señor de Los Anillos"? La repetición de manidas estructuras es común a todos los géneros literarios, pero es en el de la fantasía épica donde la carencia de originalidad resulta más patente. Y no me refiero a las grandes cuestiones tratadas en cada historia; técnicamente, todas -todas las grandes cuestiones- están ya escritas desde el siglo VI a.C., según sostienen algunos. La lucha entre el bien y el mal, enfrentados como fuerzas absolutas o bajo la forma de personajes particulares e intrascendentes, es una constante en casi toda trama aventurera. Pero ¿por qué insistir en las mismas formas? Quiero decir, ¿por qué los ejércitos del mal están invariablemente formados por tipos verdosos con verrugas y colmillos? ¿Por qué hay siempre un mago malévolo que pretende dominar el mundo? ¿Por qué hay enanos que viven en cavernas y llevan hachas? ¿Y esos tipos amanerados que habitan en los bosques, de cabellos lisos y orejas puntiagudas? Da igual que se llamen "ulfos" o "ilfos", son un calco de los elfos tolkienianos, igual que los malos lo son de los orcos, etcétera etcétera.


Bueno, tampoco vamos a echar toda la culpa a los escritores -más o menos profesionales, más o menos amateurs-; algo tienen que ver sin duda los aficionados cuando se intuye que la clasificación en la que ha ido a caer la fantasía épica se ha restringido en exceso en torno a esos tópicos tan manidos. El género parece haber surgido de la obra de Tolkien casi como única fuente, por lo que su peso dentro del mismo condiciona enormemente todo aquello que hoy conocemos como fantasía épica. Y éste es un caso muy peculiar entre las familias de la literatura de género: la ciencia ficción cuenta con numerosas obras de referencia, muy dispares entre sí -desde Julio Verne hasta Dan Simmons, pasando por H.G. Wells, Asimov, Heinlein, Herbert, Clarke, William Gibson...-; el terror, que formalmente nace del romanticismo decimonónico, posee raíces muy antiguas, milenarias si cabe, y ha creado sus clichés característicos gracias a la aportación de un buen número de firmas, igualmente singulares -desde Shelley hasta Pahlaniuk, pasando por Poe, Leroux, Lovecraft, Stoker, Rice, King...-. Lo mismo podría decirse del género policíaco, o de ese cajón desastre que vendría a ser la "fantasía general" en la que incluiríamos cuatro mil años de literatura -desde Gilgamesh hasta García Márquez o Ana María Matute-.


Esta "pobreza" relativa de fuentes constriñe el género épico a unos esquemas y elementos demasiado cerrados. Y sea de quien sea la culpa, -si es que la palabra "culpa" procede; muchos adictos a la clásica combinación de guerrero de mandíbula cuadrada contra goblin pestilente no lamentarán el rumbo que ha ido tomando la épica-, sí que es cierto que los autores tenemos mucho que decir sobre el tema. ¿Por qué no lanzamos una ofensiva creativa contra los viejos esquemas? La variación de temáticas, o la combinación de géneros, podrían dar resultados al menos más frescos y originales. ¿Se imaginan a un Gandalf tras la pista de un psychokiller en los bajos fondos de Osgiliath? ¿Y a Saurón embarcado en una corrupta campaña presidencial por el gobierno de Mordor? Más de uno agradecería leer, por eso de cambiar de tercio, una road story del más genuino estilo Keruac ambientada en una suerte de Tierra Media, o la autobiografía de un hobbit que encarnase a un oscuro escritor de encargo que subsiste en una pensión de mala muerte a las afueras de Bree...


En fin, que esta reflexión no pretende sentar cátedra ni acusar a nadie en particular de falta de inventiva, pero creo que puede resultar estimulante para más de uno que, como yo, considere oportuno y enriquecedor salirse un poco de los viejos patrones de un género que, paradójicamente, parece despreciar su propia potencialidad como parte fundamental del fantástico.



II Certamen El Círculo de Escritores Errantes

En su deambular por los oscuros mares literarios, El Círculo de Escritores Errantes ha decidido fondear en busca de nuevos tripulantes. ¿Te atreverás a unirte a sus filas?

La comunidad literaria El Círculo de Escritores Errantes convoca su segundo certamen de relatos con el firme propósito de encontrar nuevos autores con los que compartir proyectos y experiencias. Este desafío amistoso se regirá por las siguientes bases:

1.- Podrán participar en el certamen cuantos autores deseen, sin importar su nacionalidad ni su lugar de residencia.

2.- Las obras deberán ser originales, inéditas y estar escritas en lengua castellana.

3.- Se podrán enviar hasta dos obras, siempre en envíos separados.

4.- La temática del concurso será el western en la amplia acepción del término.

5.- La extensión de las obras deberá estar entre las 4.000 y las 6.000 palabras aproximadamente.

6.- Las obras se enviarán a la dirección de correo circuloescritoreserrantes@gmail.com, indicando en el asunto “Para el II Certamen El Círculo de Escritores Errantes”.

7.- Deberán presentarse los relatos con seudónimo en un archivo adjunto .doc, letra Times New Roman 12, interlineado 1.5; en el mismo correo, en otro archivo adjunto con el título del relato + la palabra PLICA deberán incluirse los datos personales del autor, un teléfono y un e-mail de contacto además de una breve biobibliografía.

8.- El plazo de presentación de originales se cerrará el día 30 de septiembre de este año.

9.- Se contempla un premio consistente en un lote de libros y la inclusión del relato en la antología correspondiente de El Círculo de Escritores Errantes, con la venia de la editorial en cuestión. El autor premiado disfrutará de la misma remuneración que el resto de los integrantes del colectivo.

10.- Además, como se expone en la nota de intención, El Círculo de Escritores Errantes estudiará las obras presentadas, premiadas o no, en busca de nuevos escritores a los que invitar a la antología prevista para el año 2010.

11.- El Círculo de Escritores Errantes se reserva el derecho a dirimir las cuestiones no contempladas en estas bases y a declarar desierto el premio en caso de que ninguna obra se hiciera meritoria del mismo.

Cualquier duda o consulta se puede remitir a la dirección de correo electrónico circuloescritoreserrantes@gmail.com

viernes, 27 de marzo de 2009

D.E.P.

El dilema es qué escribir y cómo. Nunca fuimos íntimos, ni siquiera nos podíamos denominar amigos, éramos sólo compañeros. Compartimos instituto durante cuatro años. Nunca nos contábamos nuestros secretos ni nuestras penas pero cada vez que cruzábamos una palabra era entre risas, nos reíamos de cualquier problema, cosa de la edad. Nos reíamos de los que lloraban porque un examen les había salido mal, de los que estaban nerviosos porque habían estudiado poco, de los que escribían chuletas desesperadamente para tratar de aprobar. En fin, avanzamos cada uno por su lado. Sin molestar a nadie. Pero quién me iba a decir a mí que ahora el que llora soy yo. Y eso que nunca fuimos amigos, sólo compañeros, pero muy buenos. Aún recuerdo esa llamada de Samuel a las doce de la noche y se me erizan los vellos. Hoy, pasados cuatro días de aquel fatídico instante en que decidiste abandonarnos sin previo aviso, he podido sacar las fuerzas justas para escribirte. Ya no estás entre nosotros pero para mí siempre serás ese compañero con el que echar unas risas, aunque sea en la eternidad. Un abrazo, Vime.

III Certamen Calabazas en el Trastero


Con el objeto de fomentar la literatura fosca y facilitar una plataforma a los nuevos talentos, en su deseo por seguir el camino trazado y homenajear a la desaparecida revista Miasma (y con el regocijo de ver que Paura vuelve a las andadas), la Biblioteca Fosca convoca el III Certamen Calabazas en el trastero, que se regirá por las siguientes bases:

1. Podrán presentarse al mismo cualesquiera autores que envíen obras originales y sin sus derechos comprometidos con terceros. Los autores podrán enviar cuantas obras deseen.

2. Las obras deberán encuadrarse dentro del género fosco en cualquiera de sus vertientes, es decir, que estará presente un ambiente siniestro, un cierto suspense, un aura de terror u otros elementos naturales o sobrenaturales que creen una atmósfera de temor.

3. El tema concreto de esta convocatoria será Edgar Allan Poe, en conmemoración del bicentenario de su nacimiento, pudiéndose abordar con total libertad, y tanto de un modo tangencial como directo. Se aceptarán narraciones en torno al autor y/o sus obras. En caso de que la referencia no fuera clara, se podrá adjuntar una nota al pie de texto en la que se aclare, la cual podrá ser publicada o no en la antología.

4. Los relatos tendrán una extensión de entre 1000 y 5000 palabras. Esta limitación se entiende orientativa, no estricta.

5. Las obras se enviarán, bajo pseudónimo o nombre real, a calabazas@abadiaespectral.com haciendo constar en el Asunto "Para el certamen Calabazas en el trastero: Poe". Al mensaje se adjuntará un breve currículum vitae para incluir en la antología en caso de ser seleccionado el relato. Los relatos irán en formato .doc o formato .rtf

6. La fecha límite de entrega de originales será el 28 de junio de 2009.

7. Un jurado compuesto por miembros de la Biblioteca Fosca y, eventualmente, autores invitados, hará una selección con los 13 (trece) relatos más meritorios. Los criterios serán estrictamente literarios y se podrán dejar plazas desiertas.

8. Estos relatos se publicarán en una antología única no exclusiva (es decir, los autores podrán seguir disponiendo de sus textos libremente).

9. Los autores ceden sus derechos económicos para los primeros 500 ejemplares publicados de la antología. Si se vendiesen más, y el autor no renunciase a ellos, cada participante de la antología recibirá anualmente un 1% del PVP (Precio de venta al público) de los siguientes ejemplares vendidos. Asimismo cada autor seleccionado recibirá un ejemplar de la antología.

10. Los beneficios de la antología, si los hubiera, se reinvertirán en proyectos culturales y literarios de la Biblioteca Fosca, como se especifica en los estatutos de la asociación, tales como publicaciones periódicas o premios literarios.

11. Se considerará que los participantes aceptan estas bases por el mero hecho de participar en el concurso.

12. Será potestad de la asociación resolver cualquier cuestión referente a este certamen que no quede contemplada en las bases del concurso.

Más información en www.bibliotecafosca.com

martes, 24 de marzo de 2009

Noche definitiva

Galopa, blanca libertad, y cruza sin temor el arco iris que tiñe nuestra luna primera.
Y despreocúpate del muro marino que nos impide llegar al horizonte, porque la arena está de nuestro lado.
Galopa, blanca libertad, y recorre hasta saciar tu energía los colores dispuestos por nuestro orgullo.

No había nadie en la habitación, solo nuestros cuerpos desnudos se contemplaban en la cama. Era un momento fantástico, mágico, nunca quise que acabara, mas no cesé de debatirme entre lo que estaba bien o mal. Yo ansiaba conocerte bajo las sábanas que envolvían tu belleza, demostrarte que mi amor es grande aunque lo llamen imposible.

Las palabras sobraban en el recorrido de nuestras miradas, que se encontraron en un acto, un pacto con lo prohibido que me otorgaría la felicidad de estar a tu lado, si por mi fuera, hasta el fin de mis días. Poseías la esencia de un ángel que olvidó sus alas y estaba condenado a la discriminación homófoba de la gente, pero no te importaba, de daban igual los demás, así como sus pensamientos de ignorancia y no aceptación.

Dejé que tus manos curiosearan, y te imité. Busqué tus labios en la oscuridad de la noche, embellecida por los destellos blanquecinos que provocaba la luna en tu oscuro cabello.

Te amaba, no tenía sentido ocultarlo en el silencio incómodo que acudía a mí cada vez que me abrazabas o cogías mis manos de forma indiferente. Reuní el valor necesario para separarme de tu regazo e incorporarme hasta quedar sentada en el colchón. Te miré a los ojos y enmudecieron mis palabras, la voz que anhelaba decirte tantas cosas, calló en un instante que pareció eterno. Me obligué a recuperar el habla, necesitaba saber que todo aquello era algo más que un encuentro situado bajo las estrellas, que envidiaban mi fortuna en la distancia, pero no pude confesarte que el sentimiento que tenía hacia ti te necesitaba para siempre, que este loco corazón que llevo dentro necesitaba tenerte a su vera sabiendo que era mutuo y correspondido.

Entonces, te situaste frente a mi, dejándome disfrutar de tu hermosura, divina y pura. Me quedé inmóvil, con la vista fija en tu sutil mirada. Sonreíste sencilla, haciendo que un escalofrío recorriera mi cuerpo, que contemplaba la perfección de tu silueta de mujer.

[Nunca he dejado de amarte.]

Aquel beso que me diste, fue el comienzo de una nueva historia, la nuestra, la cual no tendría semejanza a ningún cuento popular o escrito, pues éste, sería infinito en la vida y la muerte.


Autora: María Beltrán Catalán (LadyLuna)

Blog personal: http://sf-silence.blogspot.com

Entrega de premios del XV Concurso de Comic Ciudad de Dos Hermanas

Dña. Rosario Sánchez Jiménez, Concejala Delegada de Juventud y Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Dos Hermanas, le invita a la entrega de premios y a la inauguración de la exposición de las obras premiadas y no premiadas del XV Concurso de Cómic Ciudad de Dos Hermanas que tendrá lugar el próximo día 27 de marzo de 2009 a las 19’00 horas, en la Sala de Exposiciones La Almona, c/ Real Utrera, nº 3.


Asimismo, la exposición permanecerá abierta desde el día 27 de marzo al 12 de abril en horario de lunes a viernes de 18’00 h. a 21’00 h., y sábados, domingos y festivos de 11’00 h. a 14’00 h. y 18’00 h. a 21’00 h.



sábado, 21 de marzo de 2009

De forma natural

Nada tenía, salvo la satisfacción que le producía su arte; era bueno y lo sabía, y cosechó grandes logros con los que, en soledad o en la pactada compañía de una vida disoluta, seguía alimentando su soberbia. Y así continuó, hasta que cierta mañana, tras una noche de excesos, despertó preso a perpetuidad de las limitaciones de la ceguera.

A los pocos meses estaba viviendo en la calle. Apenas conservó una gubia, con la que se distraía tallando rudimentarias figuras que terminaba por regalar a los curiosos críos que se interesaban en lo que hacía. Fue así como se corrió la voz, y docenas vinieron a pedirle algo. Desde ese día al menos un niño entraba en su casa con el regalo del mendigo ciego que hacía juguetes. Al principio algunos padres se mostraron reticentes, pero al conocerlo perdieron cuidado.

De forma natural, como sucede con lo que no se busca, el que fuera un ebanista con futuro ocupó un lugar en el corazón del pueblo; los ayudaba, y estos a cambio le daban comida o prendas de abrigo. Dicha labor lo acercaba a lo que fue, y con eso y saberse apreciado era feliz.

La lástima se tornó cariño, y llegó a ser parte de las familias, no faltando quien pusiera un plato para él en su mesa. El huérfano se sintió hijo y hermano de muchos, y tío de más de un centenar, cuyos nombres aprendió y distinguía por la voz.

Siempre había buscado la felicidad sin hallarla, y cuando más lejos se creyó de ella, esta lo encontró a él.


Autor: Ángel Vela (palabras)

Correo electronico: lanaiel(arroba)hotmail.com

Fallo del segundo concurso de Calabazas en el Trastero: Arañas


La segunda convocatoria de Calabazas en el Trastero concluyó el pasado 28 de febrero tras recibirse 102 obras válidas a concurso. De ellas se han seleccionado las siguientes trece que compondrán la segunda antología de la colección, la cual llevará por título "Arañas":

Cirujano (Miguel Martín Cruz)

El laberinto de la araña (José Miguel Vilar-Bou)

El nido se mueve (Curro Esteves)

Fumigator Commando (Víctor Núñez)

Monasterio de Cartuja con torre y araña (Miguel Cisneros Perales)

Ojos de araña (Marta Altadill Castillón)

Omnes vulnerant (David Prieto)

Simetría entomológica (Manuel Mije)

Sobredosis de éxito (José Manuel Fernández Aguilera)

Strigoi (Juan Ángel Laguna Edroso)

Tarántula (Santiago Eximeno)

Terciopelo rojo (Juan José Hidalgo Díaz)

Viespe (Fermín Moreno González)

La antología ha sido prologada por el presidente de Nocte http://www.nocte.es/blog/, la Asociación Española de Escritores de Terror, David Jasso y lleva portada de Pablo Uria. (http://www.pablouria.com/)

La organización quiere destacar la elevada calidad de las obras presentadas, así como el importante crecimiento en cuanto a participación, y agradecer la buena acogida que ha tenido el proyecto. Asimismo, recuerda que ya está en marcha la tercera convocatoria del concurso, cuyas bases podéis consultar pinchando aquí http://www.bibliotecafosca.com/convocatorias.php.

Para cualquier duda, está abierto el correo electrónico del certamen (calabazas@abadiaespectral.com) y un foro público que encontraréis pinchando aquí. http://www.ociozero.com/?q=forum/96


Más información en http://www.bibliotecafosca.com/

miércoles, 18 de marzo de 2009

Un mar de riquezas

−¿Y bien, Rogers?
−Es aquí, señor, no cabe duda −Rogers apuntaba con el dedo sobre una sutil muesca en el ajado pergamino−. La Puerta de Kum-Antarnag, la cámara del tesoro del palacio real de Zabartet II.
Sir Howard Glaston, célebre arqueólogo y aventurero británico, hizo un ademán a Massud, su fiel guía local. Éste ordenó entonces a su cuadrilla levantar la roca que tapaba la entrada a la nave subterránea del derruido palacio del rey de los Kumashíes. Kumash fue una antigua región al oeste de Nubia, el país de los faraónes negros, que se convirtió en reino bajo el gobierno de los Señores del Desierto, una estirpe de nómadas que desde Libia se asentó en los oasis del Sahara sudanés. Su reino, que floreció allá por el siglo IV antes de nuestra era, desapareció en las tinieblas del pasado, sepultado por las arenas del inhóspito país. Los únicos vestigios conservados, además de las erosionadas ruinas del palacio de Zabartet II, eran algunas tallas de marfil halladas en diversos países que comerciaban con Kumash, como Egipto o Fenicia y las referencias que el sabio griego Anastofonte recogió en sus “Crónicas”, siglos después de la desaparición del reino.
−Sir Glaston, ¿qué espera realmente encontrar? −preguntó preocupado Massud.
−Massud, por favor, no me vengas de nuevo con esos cuentos de viejas.
−Señor, discúlpeme, sólo quiero prevenirle de...
−Apreciamos mucho su ayuda, Massud −intervino el teniente Rogers−, nos han sido de gran utilidad los indicios extraídos de las leyendas de su país. Pero éste es el momento de la ciencia y la razón. Déjenos hacer nuestro trabajo. Contamos con la ingeniería, la topografía, con avanzados estudios en lingüística y etnología; aquí no hay cabida para dioses ni maldiciones.
−No hablo de maldiciones divinas, simplemente les recuerdo lo que dicen las crónicas: “Zabartet II ordenó guardar las riquezas de su reino en la cámara subterránea de su palacio, cuando la presión de los pueblos del desierto se hizo demasiado intensa. Venidos de las áridas tierras del norte y del oeste, tribus bárbaras ocupaban los fértiles campos de Kumash tratando de apoderarse de sus tesoros...”
−Exacto: una colosal montaña de marfil y oro, mi querido Massud −completó altivo Sir Glaston−. Un “mar de riquezas”, como el sabio griego menciona más adelante. Sí, conozco bien las “Crónicas”. Ahora, por favor, ayúdenos a retirar la roca.
−Tal vez su concepto de “riqueza” no sea el mismo que tenían los habitantes de estas tierras... –dijo el árabe entre dientes mientras dirigía a sus hombres.

Tras levantar la gran piedra esculpida, los arqueólogos pudieron al fin acceder a la cámara del tesoro de Zabartet II, el gran rey de un pueblo del desierto cuya cultura floreció en aquella árida región gracias a la sabia administración de sus riquezas. Y en efecto, allí seguían, dos mil quinientos años después de su declive, a salvo del pillaje, en la profunda cámara, una gran cisterna tallada en la roca que contenía millones de litros de agua. Un verdadero “mar de riquezas”. Abu Tabari



Autor: Ernesto Fernandez


Correo elctronico: ernst1976(arroba)hotmail.com

La Columna OcioZeta-Sevilla Escribe, "El placer del lector"


De una editorial de un periódico nacional anoté hace algún tiempo que leer te hace más libre, más feliz y más divertido. Una idea se puede expresar de mil maneras, pero me quedé con la frase por rotunda.


Cada cual a su manera interpreta el mundo, su vida, la de los demás, el sentido profundo de las cosas; cada persona tiene sus trucos para ser feliz, da valor a cosas diferentes que el vecino, que el hermano o que el desconocido con quien, tal vez, se cruzará alguna vez por una calle de una ciudad pocas veces visitada.


Cuando nacemos, obligatoriamente nos vemos imbuidos en una atmósfera determinada, una familia que te ofrece el cariño que sabe, que puede o que quiere o no quiere demostrarte, y que te influye en tu actitud ante la vida. Te ingresan en un colegio que tú no eliges para recibir una educación que siempre estará sesgada y, poco a poco, vas despegándote a partir de los amigos, seres con quienes te sientes más cómodo, que tú crees elegir, para ir integrándote en una ciudad que siempre tendrá un perfil determinado, un clima, unos olores, frustraciones y vanidades.


Yo nací en Sevilla, en una familia de clase media, estudié en un colegio de curas y viví una infancia feliz.


Mis hermanos se ríen de ese período en mí, cuando siendo un enano no me separaba del periódico, de los libros de Los Cinco, de los cómics de Mortadelo y Filemón. ¡El repelente niño Vicente…! Más tarde enganchado a Delibes o al Trafalgar de Pérez Galdós, el Cid, la Regenta, el Quijote, el Lazarillo de Tormes, la Celestina, todos libros obligatorios en edad escolar.


Necesariamente el colegio me ofrecía una visión parcial, muy limitada de la realidad. Dios por todos lados, Sevilla como la ciudad más bonita del mundo, un ambiente de derechas y unas verdades indiscutibles.


Pero yo leía.


El húngaro Lajos Zilahy me habló de la amistad, ‘Por vez primera experimenté cuán dulce es confiar a otro todo cuanto nos oprime el corazón: parece que con ello entra en nosotros una corriente de aire fresco y un rayo de sol’, Julia O’Faolain me comentó que ‘cuando la religión te falla, la ética funciona bastante bien’; con Dostoievski viajé a los grandes paisajes despoblados de la Gran Rusia para conocer los extremos de la avaricia en el hombre, con Flaubert visité los páramos arbolados al sur de París donde se vivían historias de amor, de engaños inmisericordes, que no podía imaginar; Isabel Allende me insinuaba ‘que la memoria es frágil y el transcurso de una vida es muy breve y sucede todo tan deprisa que no alcanzamos a ver la relación entre los acontecimientos, no podemos medir la consecuencia de los actos, creemos en la ficción del tiempo, en el presente, el pasado y el futuro, pero puede ser también que todo ocurra simultáneamente...’ mientras Carmen Martín Gaite la apoyaba, ‘¡quién volviera a ese tiempo de instante detenido!’. Desde la cama de mi habitación reflexioné sobre teorías dispersas acerca del sexo, ‘Al sexo va un cuerpo sin cabeza, ni corazón, ni alma. Quien diga lo contrario no sabe qué es el sexo...’ afirmaba contundente Antonio Gala, pero Almudena Grandes me confundía, ‘la maldición es el sexo… no existe otra cosa, nunca ha existido y nunca existirá’.


Mi madre murió de cáncer y José Luis Sampedro supo explicarme ese dolor del enfermo terminal; y por esa época de juventud descorazonadora de sangre hirviente me enamoré con tanta fuerza que supe agarrarme a Benedetti, ‘En el amor no hay posturas ridículas ni cursis ni obscenas. En el no amor todo es ridículo y cursi y obsceno’, pero aprendiendo lecciones de Herman Hesse: ‘El amor y el gozo y esa cosa misteriosa que llamamos "felicidad" no está aquí ni allá, está solamente dentro de nosotros mismos’. Milán Kundera era más ácido conmigo, él me susurraba que ‘nunca seremos capaces de establecer con seguridad en qué medida nuestras relaciones con los demás son producto de nuestros sentimientos, de nuestro amor, de nuestro desamor, bondad o maldad, y hasta qué punto son el resultado de la relación de fuerzas existentes entre ellos y nosotros’. A veces llegué a confundir el amor con la amistad y Marguerite Yourcenar me lanzó un guiño, ‘la amistad es, ante todo, certidumbre, y eso es lo que la distingue del amor’. ¿Quién me explicaba entonces mi infelicidad de universitario perdido en las decisiones por tomar y la vida por vivir? Patricia Highsmith se lo planteaba conmigo, ‘¿era posible ser feliz lógicamente? ¿Podía hablarse de lógica y felicidad al mismo tiempo?’. Siempre estaba Hesse para contestarnos con gallardía, ‘...el hombre no debe perseguir grandezas o felicidad, heroísmo o una dulce paz, no debe desear otra cosa sino su limpieza de alma, una mente despierta, un bravo corazón y una fiel y comprensible paciencia que lo ayuden a resistir la felicidad junto con el sufrimiento, la conmoción tanto como el silencio’ o de nuevo Kundera, ‘el tiempo humano no da vueltas en redondo sino que sigue una trayectoria recta. Ese es el motivo por el cual el hombre no puede ser feliz, porque la felicidad es el deseo de repetir. Sí, la felicidad es el deseo de repetir’.


El placer del arte en sí, lo atrapó tan bien Muñoz Molina, ‘El arte enseña a mirar: a mirar el arte y a mirar con ojos más atentos el mundo’ que no sabría definirlo mejor. Sándor Marai, en cambio, sacó a relucir mis miedos, ‘en la vida de toda persona llega un momento en que se queda sola y nadie puede ayudarla’.


Con García Márquez hice viajes en que el calor húmedo era asfixiante, pasé un frío tremendo con Thomas Mann en los Alpes suizos, me trasladé miles de años atrás con Kundera para dormir algunas noches en la ciudad de los muertos añorando a Nefer Nefer Nefer, me aventuré por sueños de mundos inexistentes con Rosa Montero. He abrazado una Sudáfrica dura con Coetzee, la Italia medieval con Ítalo Calvino, el Nueva York burgués con Irving, el México adulador y culto con Bolaños. Adoro el Madrid de Millás, la Barcelona de Mendoza, la Sevilla de Cernuda… Amo la Francia de Maupassant, la Alemania de Goethe, la desazonadora Inglaterra de Doris Lessing.


He viajado por todo el mundo y todas las épocas, he conocido hombres moribundos, amores tremendos incapaces de mantenerse en pie, he vivido toda clase de perversiones sexuales, he asesinado y me han aporreado, maltratado, vejado. Me han querido mujeres y hombres, he crecido en Indochina y me he recorrido los Estados Unidos en coche. Sé del dolor de la guerra sin sentido y de la fuerza del poder, me han exasperado vampiros, crápulas y maleantes. Sé lo que es un futuro si la sociedad se envilece, sé como los japoneses padecieron la bomba atómica, he luchado en los dos bandos de la Guerra Civil española. Fui anarquista, fui un facha. He sido heterosexual, homosexual, he tenido sida y he ayudado a sanar gente.
Sé que la vida es grandiosa, como dice mi querido Auster ‘
es el azar quien gobierna el mundo. Lo aleatorio nos acecha todos los días de nuestra vida’.


Sé que hay ciudades más grandes y más hermosas que Sevilla, paisajes impresionantes, gente sabia y buena que nunca llegaré a cruzarme. Soy tolerante porque lo he vivido casi todo y porque estoy dispuesto a seguir sumergiéndome cada rato que pueda al otro lado de los libros, allí donde encuentro las no-respuestas a verdades universales vertidas por gente sabia que un día cogió una pluma y me quiso contar, a mí, lo impresionante que es la existencia humana.


¡Viva la Literatura!


domingo, 15 de marzo de 2009

Dinosauria, we

jueves, 12 de marzo de 2009

Ian

Ian era un irlandés típico, su pelo rojo brillante y esa mirada perdida en las brumas del whisky siempre habían divertido a los vecinos de la pequeña población costera.

Un buen día, uno de sus vecinos le contrató para arrancar las hierbas y acondicionar unas ruinas celtas que se encontraban en su propiedad. Tras unos meses preparando el terreno se abrió la colina a las visitas de grupos guiados.


La idea de que los restos del antiguo templo del dios de la guerra celta pasaran a ser otro punto en el recorrido de los turistas atormentaba la conciencia de Ian, pero necesitaba el trabajo y era tan descansado.


Los flashes de las cámaras se introdujeron en todos los secretos del templo, nada ni las habitaciones más consagradas quedaron a salvo de semejante asalto. Noche tras noche, Ian recorría sala tras sala su adorado templo recogiendo colillas, pipas y otros restos que los turistas abandonaban sin respeto alguno por el sagrado lugar que visitaban. Finalmente, ayer los invasores traspasaron todas las líneas, mientras recogía sus restos, una maldición brotó de sus labios al encontrar un condón usado en una de las habitaciones consagradas.


Hace dos horas que ha amanecido, Ian ha pintado su rostro con ceniza blanca y sus ojos siguen brillando con la misma ira que anoche; un par de hachas afiladas parecen una prolongación de sus musculosos brazos y sus pies descalzos muestran el respeto que todo seguidor debe tener a su dios. Un grupo de japoneses se acercan sonrientes, ellos aún no lo saben, pero servirán para volver a consagrar el templo…


Autor: Javier Sosa Garduño

Ilustración: Nogales

La Columna OcioZeta-Sevilla Escribe, "La literatura no es un camino de rosas"


La literatura, como casi todo en los tiempos que corren, está sujeta a significativos cambios, que se vienen produciendo en ciclos cada vez más cortos. ¿Se podría hablar de una evolución? Pues yo quiero pensar que sí, al menos en los que a facilidades para el escritor se refiere, (si tuviéramos que escribir con pluma a la luz de una vela, seguro que se le quitaban las ganas a más de uno).


Bromas aparte, este fenómeno social y cultural que es Internet nos ha abierto una nueva puerta para la comunicación y difusión, en el caso que nos ocupa artística. Una puerta por la que todo tiene cabida. Algo que a priori me parece perfecto, pues soy del pensamiento que, independientemente de su calidad artística, todo el mundo tiene derecho a expresarse (algo que está muy lejos del pensar que cualquiera puede ser artista o debería intentar serlo).


Mediante foros, blog y demás herramientas, se nos permite mostrar cuanto queremos compartir, y ni que decir tiene que es sumamente eficaz como escaparate y tarjeta de visita; un significativo avance en muchos aspectos y gracias al cual nadie puede ser silenciado.


Por otro lado creo que esta poderosa herramienta, como toda la que es usada con libertad, puede traer consigo cierta controversia. Supongo que habrá quien no tenga más pretensiones que colgar algún textito de vez en cuando y poco más. Algo que me parece perfecto siempre que se asuma su condición de textito. El problema viene cuando amigos y conocidos entran en tu blog y te dicen que eres magnifico, y tú vas y te lo crees. Y en ese momento, por arte de birlibirloque, ya eres una promesa de las letras que merece un hueco en el mundillo literario.


Todos los que frecuentamos los lugares donde se lee y se habla de literatura hemos escuchado la frase: “Hay demasiados escritores. Sobran” Creo que sería más correcto decir que no todo el que escriba puede llamarse escritor.


Deberíamos saber sopesar lo que hacemos y ser conscientes de si un texto tiene calidad. Y si en verdad puede aspirarse con él a algo más que una entrada en un blog o compartirlo con familia y amigos. Ser escritor es un trabajo, (no es una palabra que me guste usar, pues me suscita la impresión de actividad impuesta y poco grata. Pero lo que sí está claro es que es algo que debemos tomarnos en serio si queremos que quien nos lea haga lo propio). Y todo esto me lleva a una pregunta: ¿Hasta qué punto puede ser la causa de que las editoriales se vean colapsadas de manuscritos carentes de calidad, y que no pasan de ser una vaga sombra de las obras que las inspiraron?


Mi opinión es que tiene mucha culpa, mas no puede culparse a la herramienta.


Por otro lado está claro que no es el único problema, pero sí sería uno de los que habría que solucionar. Estamos saturando el mercado y haciendo que la literatura se entierre en sí misma.

Según las estadísticas, y por paradójico que parezca, España es unos de los países que más publica y de los que menos lee; un dato a mi parecer bastante significativo. Tal vez sea porque publicar en España sea más un negocio que en ninguna parte.


Difundir textos por Internet y compartir opiniones sobre ellos nos ayuda a mejorar, a darnos cuenta de qué impresión causan sobre lectores que, a priori, no están unidos por lazos afectivos que enturbian la opinión tendiendo a suavizarla, aunque más pronto o más tarde, si se tiene un trato continuado, suele caerse en el amiguismo, (otro tema interesante de tratar y que a día de hoy está haciendo estragos en muchos frentes).


Pero también debería hacer que nos diéramos cuenta de la cantidad de gente que escribe, y en muchos casos servirnos de cura de humildad.


Llegado este punto, creo que toda persona con un mínimo de coherencia debería, aunque sólo fuera por encima, hacerse una idea de cómo está la cosa y tomar una determinación: plantearlo como un hobby sin pretensiones o dejarse la piel, aunque no para publicar, ser famoso o cualquier otra historia, sino para escribir una obra que merezca ser leída, y digna de respeto propio y ajeno. A mi parecer éste es el verdadero comienzo para un escritor y debería ser su finalidad, todo lo demás queda en un segundo plano.


Otra de las preguntas que me vino a la cabeza cuando se me ocurrió escribir sobre este tema fue: ¿por qué a tantísima gente le dio por escribir?


Es de suponer que intervinieron un montón de factores, pero creo que uno de los más determinantes es el hecho de que se estén llevando a la gran pantalla numerosos best seller de corte fantástico, (creo que el crecimiento exponencial de dragonadas, al igual que boom gótico vampírico, hablan por sí mismos).


Cierto es que esta oferta cinematográfica ha conseguido algo que, al menos para mí, era impensable, y es que gente que jamás se acercaron a un libro se bebieran volúmenes de ochocientas, mil, y mil y pico de paginas (el hecho de que muchas de estas obras tuvieran más valor como arma arrojadiza es otra historia). Pero por otro lado creo que invitó a muchos de estos nuevos lectores a lanzarse a la “profesión” de escritores sin ningún respeto por ella, (todavía puede verse en alguna que otra pagina de carácter literario, pequeños pasajes inspirados en novelas como Eragón escritos con el lenguaje usado para mensajes de móvil). Como ya dije creo que todo el mundo tiene derecho a expresarse, pero no creo que este tipo de cosas puedan ser admisibles en sitios donde se promueve la literatura. En cualquier caso, creo que es un hecho que la mayoría de estos que sienten la fiebre de escribir terminan por dejarlo más pronto o más tarde, al tomar consciencia de que escribir bien no es fácil, y que aun llegando a poseer la técnica necesaria y una buena historia, tu trabajo puede pasar sin pena ni gloria por diversas editoriales, por temas como la falta de comercialidad, la extensión de la obra o mil y un factores más.


En definitiva que este no es un camino de rosas. Tanto es así que en España, salvo por unos pocos, la escritura no llega casi ni a ejercerse como profesión, (entiéndase profesión como aquello que nos permite llegar a final de mes y pagar las facturas). La mayoría de escritores, incluso con cierto nombre, viven de lo que les reporta otra actividad, y ejercen de escritores en los ratos que consiguen robar al sueño, o quitan a familiares y amigos. Algo que de seguro muchos de nosotros no haríamos si no amáramos tanto escribir.



Embriaguez

Ingiero amargos venenos que distorsionan mi realidad,
los cuales, solo a veces, consiguen sacar a la luz
lo bueno que pudiera haber en mí




Autor: Ángel Vela (palabras)

Correo electronico: lanaiel(arroba)hotmail.com

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